
Casi por casualidad, poniendo un poco de orden en el atiborrado y caótico escaparate de la agencia de viajes y transportes en la que trabajaba, André Ricard (Barcelona, 1929) descubrió en Londres lo que sería su oficio. O, mejor dicho, su forma de vida. Porque aún hoy, a sus 92 años, es capaz de dejarse llevar por ese impulso de solucionar algo que ni siquiera sabíamos que necesitaba arreglo y, alehop, sacarse de la chistera un coqueto cuenco de porcelana para mantener ocultos y a buen recaudo los huesos de las aceitunas. GALERÍA Vea la galería completa (10 imágenes) «Los aciertos duran, los desaciertos desaparecen», defiende. Y en su caso, los aciertos ganan por goleada: la botella de leche Rania, los interruptores Ibiza,...
Ver Más
De España https://ift.tt/3vqxY4U
0 comentarios:
Publicar un comentario