jueves, 28 de octubre de 2021

Amenazan con maras y sicarios a nicaragüenses esclavizadas como asistentas

Las víctimas de explotación laboral de origen nicaragüenses se han multiplicado por once en solo un año. Para más preocupación, ese extraordinario repunte se ha producido en 2020, el año de la pandemia y del cierre de fronteras. Pero las cifras oficiales al respecto del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco), del Ministerio del Interior, son de lo más elocuente. En un reciente informe especifica que, si en 2019 se detectaron 7 casos, el último ejercicio completo hasta ahora arroja 80. Situándose esta nacionalidad en el segundo puesto, por detrás, y muy de cerca, de Marruecos (865). El número de detenidos nicaragüenses responsables de este tipo de trata de seres humanos también subió al tercer lugar, detrás de españoles y rumanos. Fuentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) señalan la preocupación por esta realidad, novedosa en lo que a Nicaragua se refiere y claramente enlazada a las represalias emprendidas por el Gobierno de Daniel Ortega contra su propia población. El empobrecimiento y las persecuciones políticas, explica un capital de la Benemérita, son los ejes tanto para el tráfico de mujeres para prostituirlas como para explotarlas laboralmente. Y que son amenazadas con utilizar a maras u oficinas de cobro colombianas para atentar contra sus familiares si intentan escapar de sus garras o denunciar. Los investigadores han empezado a detectar que a estas víctimas centroamericanas las están utilizando para ‘colocarlas’ como empleadas domésticas y como cuidadoras de ancianos y de discapacitados, especialmente en hogares de españoles. Desde junio, además, han sido encarcelados o puestos en arresto domiciliario varios líderes de la oposición al líder sandinista - ABC «Es un asunto que tiene una perspectiva de género total», lo califica un mando de la UCO a este periódico. «Son captadas en sus zonas de origen, que son rurales, incluso por parientes o personas cercanas. Como en el caso de la prostitución, les ofrecen falsas promesas de trabajo y prosperidad. «Las familias avalan con sus propiedades el pago del viaje y las mafias les tramitan el visado de turista y los vuelos. La trata —insiste el experto– bebe de la pobreza, y hay mucha en ese entorno». Los precios suelen ser de entre 3.000 y 6.000 euros. Les dan un viático o dieta para vivir esos tres primeros meses que dura el visado, y así poder entrar por Barajas, donde se exige a los turistas una cantidad mínima de 1.000 euros para poder llegar a España. Las aleccionan para que sepan qué decir y cómo actuar cuando pasan el control de pasaportes. Al final, acaban en pisos, hacinadas con otras compatriotas, y las ponen a trabajar en casas de familias españolas, que generalmente desconocen lo que hay detrás. Para conseguir clientes, estas organizaciones criminales ponen anuncios, como en un conocido portal de internet, y les dicen que ellas se encargan de formalizar sus contratos. Lo cual es totalmente falso. Es más, se valen de empresas temporales falsas (y, en ocasiones, también reales) para los trámites. Hasta el punto de que se tilda el régimen de un «Estado policial» - ABC Falsas empresas temporales Las familias españolas que necesitan una empleada doméstica o una cuidadora pagan a las mujeres alrededor de 1.000 euros, pero las transferencias realmente llegan a unas cuentas bancarias que controlan estos tratantes. En algunas ocasiones se quedan con el 100% del sueldo que perciben. «No denuncian, como ocurre con las mujeres prostituidas. Las coaccionan de la siguiente manera: ‘Si no lo haces, me quedo con tu casa o mando a las maras, tan comunes en esa zona de Centroamérica, o a oficinas de cobro colombianas, que son realmente sicarios», explican en los servicios contra la trata de la UCO, que ya han realizado algunas operaciones con éxito de esta índole. Las amenazas son psicológicas y físicas, sobre ellas o sus familiares más queridos, del tipo: «Le vamos a partir las piernas a tu hijo». O les mandan las fotografías de estos. Un ‘modus operandi’ que también están utilizando con las meretrices de ese país. La ‘trata invisible’ Los investigadores califican estos crímenes como ‘la trata invisible’. Todo esto entraña un delito de tráfico de seres humanos con finalidad de explotación laboral, en concurso con otro de derechos contra los trabajadores. Por eso, los expertos insisten en la necesidad de que «se le dé mucha visibilidad»: «La gente tiene que saber que la trata existe. Que hay esclavos justo a nuestro lado. Que muchas empleadas internas que, cuando libran los fines de semana, no se van a pasarlos con sus seres queridos, sino que las mantienen encerradas en esos pisos». Además, nuestros informantes reconocen que existen en la actualidad muchos problemas de enlace con policías de Nicaragua. La situación política en ese Estado es, en la actualidad, tan mala como no se conocía en bastantes años. Por ello, se está produciendo un éxodo a otros países de esa región latinoamericana o hacia Europa, en especial España, por la cuestión del idioma.

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