jueves, 28 de octubre de 2021

Xavi, un técnico forjado entre petrodólares

Si algo claro tenían todos aquellos que en mayo de 2015 asistieron a la despedida de Xavi tras 17 años en el Barcelona es que el talentoso centrocampista sería algún día entrenador del club catalán. Heredero de Pep Guardiola sobre el terreno de juego, también se le vislumbraba un inmenso éxito en los banquillos. Porque la idea era la misma, la defensa del modelo, del ADN, de la posesión, del amor por el balón, la apuesta ofensiva basada en la presión y en la circulación rápida. Se espera ahora del egarense los mismos éxitos que logró su maestro. El sextete que ganó Guardiola con la misma plantilla que heredó en 2008, tras un pasillo al Real Madrid (4-1) en el Bernabéu y un año sin títulos, dejan sin excusas a Xavi, al que se le exige que devuelva la ilusión a la grada y el orgullo de pertenencia al barcelonismo. De momento, el técnico arroja balones fuera. «Estoy muy centrado en mi trabajo con el Al-Sadd y no quiero hablar de nada más», aseguraba en la rueda de prensa que ofreció ayer con motivo del partido de hoy ante el Al-Ahli No obstante, Xavi asumirá en el Barça el mayor reto de su vida sin un bagaje profesional que le sustente. Dos años en el Al-Sadd catarí es su única experiencia. Acumula más méritos y galones como futbolista y capitán del Barcelona que como entrenador, aunque su discurso es impecable. Es cierto que su debut en los banquillos no ha podido ser más exitoso, con siete títulos en dos años (Copa del Jeque Jassem en 2019, Copa Príncipe de la Corona de Catar, Copa de las Estrellas, y Copa del Emir en 2020, y Copa Principe de la Corona, Liga y Copa del Emir en 2021), pero el nivel de la liga catarí es menor. Además, Xavi no ha podido estrenar su palmarés a nivel internacional, ya que en el Al-Sadd no ha ganado ningún titulo continental. A las dudas que genera su capacidad para dirigir a un transatlántico como el Barcelona y en un momento tan complicado como el actual, se le suman las numerosas críticas que ha recibido por su defensa del régimen catarí, que se vende como un país moderado y abierto, pero que en realidad se asemeja más a una monarquía medieval que a una democracia, que se rige por la ley islámica y donde no hay partidos políticos ni elecciones. La prensa sufre una fuerte censura. Los siete diarios que se publican en el país están en manos privadas, pero pertenecen a miembros de la familia real. En la radio y la televisión públicas la censura se ejerce con normalidad, aunque no siempre sobre cuestiones estrictamente políticas. «En general existen muchos prejuicios y hay mucha crítica infundada. Es un país pequeño, hospitalario y generoso. Catar no es democrático pero su sistema funciona mejor que el español», ha manifestado en más de una ocasión Xavi, generando cierta indignación. En 2017 ya afirmó que en este emirato «la gente es feliz y están encantados con la familia real, llevan sus fotografías en el coche, les dan un sueldo por ser de allí, cuidan a sus ciudadanos…». Algo que contrasta con las denuncias sobre las condiciones laborales de sus trabajadores extranjeros, que rozan la explotación. Postura sobre Cataluña Xavi también se ha mojado en cuestiones políticas como el secesionismo en Cataluña y el referéndum ilegal del 1 de octubre. «Yo me he mojado a favor del derecho a decidir. En un Estado democrático, como se supone que es España, la gente tiene derecho a decidir. ¿Por qué no dejan hacerlo? Y no digo si soy independentista o no. Lo que digo es que es una injusticia que haya presos políticos», argumenta cuando se le pregunta por Cataluña. Casado con Nuria Cunillera en 2013, es padre de Asia (2016) y Dan (2018), ambos nacidos en Catar. Xavi ha encontrado la felicidad en Doha. Primero como jugador, cuando llegó en 2015 tras levantar la Champions con el Barcelona. Fue su último partido antes de enrolarse en el club del emir. Allí dio continuas clases magistrales, logrando cuatro títulos como jugador. Después como entrenador, ha dispuesto de todas las facilidades y recursos para desarrollar su idea de juego. Su misión será ahora la de agrandar su brillante palmarés, con 34 títulos como jugador (25 con el Barcelona, cinco con la selección y cuatro con el Al-Sadd) y siete como técnico con el equipo árabe. Pero su reto inmediato es más mundano: meter al Barça en zona Champions y alcanzar los octavos de la competición europea.

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