domingo, 31 de octubre de 2021

La falta de alternativa y el miedo a Vox aglutina a la coalición en su peor momento

La fuerte tensión que ha tenido lugar en el seno del Gobierno a cuenta de la negociación de la reforma laboral ha elevado varios grados la temperatura en la coalición. Pero todavía no ha llegado a su punto de ebullición. Ha sido el primer pulso público que ha estado dispuesta a evidenciar la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Hasta el punto de que han vuelto a escucharse tambores de ruptura de la coalición y final de la legislatura. ¿Es factible ese escenario? ¿Le interesa a alguno de los socios? Hay tres elementos que, en conversaciones con integrantes de PSOE y Unidas Podemos y expertos demoscópicos, salen a la luz de forma casi unánime y apuntan en dirección contraria: las malas perspectivas de las encuestas, el pegamento que para la mayoría del Gobierno supone que la alternativa incluya a Vox y la ausencia de otra artimética para PSOE y UP que no pase por volver a entenderse. Un pulso sostenido que no ha terminado Aunque en el área socialista del Ejecutivo ya hace tiempo que venían advirtiendo que la sustituta de Pablo Iglesias no iba a cumplir con el estereotipo de interlocutor más flexible y fácil de manejar. «Yolanda es tremenda y tiene muy claro lo que quiere», reconoce un compañero socialista del Consejo de Ministros que dice sentir por ella «un aprecio sincero», pero que se muestra contrariado por el choque de la pasada semana: «Ha puesto en una situación comprometida al Gobierno. Su labor ha sido muy reconocida. ¿Qué más quiere?». En el entorno de la vicepresidenta se rechaza la interpretación que sitúa el inicio del conflicto en Díaz. Recuerdan que todo comienza en la noche del jueves 21 de octubre con los correos que se emitieron desde el Ministerio de Economía con destino al Ministerio de Trabajo en los que se reclamaba el liderazgo en la negociación de la reforma laboral. Díaz ha reivindicado que llevaba negociando desde el mes de marzo. Y justifican además que el método que estaban siguiendo es el mismo que sigue Escrivá con la reforma de las pensiones. «Ha puesto en una situación comprometida al Gobierno. Su labor ha sido muy reconocida. ¿Qué más quiere?». Este choque, probablemente el más duro que ha experimentado la coalición en los casi dos años de vida que tiene ya a sus espaldas, se ha enfriado con el acuerdo del pasado miércoles. Pero promete ofrecer nuevos episodios ahora que el nuevo marco de negociación ha hecho evidente, aunque La Moncloa lo niegue oficialmente, que quedan asuntos por resolver en lo que se refiere a la letra pequeña de la nueva legislación laboral que se pretende impulsar. El presidente del Gobierno liderará este martes una reunión en la que participarán, además de Yolanda Díaz, la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría. ¿Ha habido riesgo real de ruptura en la coalición? Pero, en este lance, ¿ha habido realmente un riesgo real de ruptura del Gobierno? El pulso se prolongó casi una semana y se retroalimentó con la situación en Portugal. Donde el primer ministro Antonio Costa, del Partido Socialista, ha visto como sus socios del Bloque de Izquierdas y el Partido Comunista hacían naufragar la aprobación de los presupuestos. El escenario electoral se acerca. ¿Es comparable la situación de Portugal con la de España? La respuesta a ambas preguntas es negativa. PSOE y Unidas Podemos no están interesados en un final acelerado de la legislatura. «Ha habido mucho teatro» y una búsqueda de «protagonismo» por parte de la vicepresidenta segunda Aunque algunas personas en La Moncloa hayan querido propagar la idea de que el pulso estaba relacionado con un intento de Unidas Podemos por romper la coalición, el sentir mayoritario en el área socialista del Gobierno, no obstante, sí apunta a un paso previo: la necesidad de Yolanda Díaz de reivindicarse y de seguir construyendo su perfil político. «Ha habido mucho teatro» y una búsqueda de «protagonismo» por parte de la vicepresidenta segunda. Yolanda Díaz se encuentra inmersa en la configuración de su proyecto político. ¿Es imposible que quiera abandonar el Gobierno? Es improbable. «Si nos pusieran en una posición imposible en la que no se cambia la reforma laboral del PP... pero es que eso no va a pasar», se dice en su espacio. En La Moncloa se lleva trabajando desde que la pandemia asolaba al mundo con la tesis de una legislatura larga que permitiera dar margen de recuperación a la economía. A eso se añade el hecho de que el tablero político se ha alterado con la reagrupación del electorado de la derecha en dos siglas (PP y Vox) en lugar de tres. Y el Gobierno interpreta que sus posibilidades de sumar a electores del espacio central pasa por una legislatura que reduzca el voltaje de los últimos años. El mantra que despliega Moncloa desde hace meses es el de que «al PP se le va a hacer muy larga la legislatura». Pedro Sánchez ratificó el pasado jueves en Trujillo su intención de llevar la legislatura hasta el año 2023. Las palabras del presidente no deben asumirse, por experiencia, como un hecho inquebrantable. La cuestión es analizar la coyuntura, y ésta sí apunta sin muchas dudas a que el interés del presidente pasa por unas elecciones lejanas. Hay riesgo real de perder el Gobierno Este es el fundamento principal que no recomienda a Pedro Sánchez ir ya a las urnas. Y que reconoce hasta el más optimista y partidista interlocutor del espacio gubernamental. El consenso de sondeos privados coloca al PP en primera posición y en condiciones de sumar mayoría absoluta con Vox. Solo el CIS sitúa al PSOE en primera posición. Pero incluso José Félix Tezanos reconoce un retroceso respecto a las últimas elecciones. En su barómetro de octubre las fuerzas de la coalición suman un 40,3% de los votos. En las elecciones del 10 de noviembre de 2019 lograron un 41,3% de los sufragios. En el último sondeo de GAD3 publicado en ABC la distancia es mucho mayor. PSOE y Unidas Podemos sumarían ahora el 36,3% de los votos, cinco puntos menos que hace dos años. En el conglomerado demoscópico diferentes expertos consultados apuntan a esa realidad: el PSOE parece poder aguantar con comodidad en un suelo de entre el 25% y el 26% de los voto. Pero, del mismo modo, parece tener un techo claro en el 29% de los sufragios. «Ese es el problema que tenemos», reconocen en una comunidad socialista. Pero si los socialistas sintiesen que esta situación es irreversible sí tendrían un incentivo por convocar elecciones antes de que la caída fuese mayor. Sin embargo, el escenario con el que trabajan no es ese. Las elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid sirvieron para que demoscópicamente se empiece a detectar un cambio de tendencia. Con el PP situándose en primera posición. Algo que con el sistema provincial de reparto de escaños es un factor clave en la futura contienda electoral. Pero tras a la vuelta del verano la mayoría de sondeos están apuntando a que esa tendencia no se está acelerando, sino que podría estar corrigiéndose. Según GAD3 entre julio y octubre la ventaja del PP sobre el PSOE se redujo de 6 a 3,4 puntos. ¿Por qué iba Sánchez a convocar elecciones en un momento que puede perder el Gobierno si además hay datos que apuntan que puede corregir esa tendencia? Ninguno de los dos socios crece en las encuestas Esta situación de declive demoscópico se agrava por el hecho de que es común tanto a PSOE y Unidas Podemos. Ninguno de los dos crece. Si uno de los dos estuviese en situación de subida clara respecto a su situación de partida sí podría tener incentivos para ir a las urnas. El PSOE para gobernar en solitario y Unidas Podemos para mejorar su posición en el Gobierno. «En una tesitura en la que el PSOE baja y Yolanda Díaz sube... el próximo Gobierno no se parece en nada al actual», dicen desde Podemos. El factor diferencial con Portugal En Portugal los sondeos siguen apuntando a una ventaja muy clara de Antonio Costa. Estaría cerca del 40% de voto, subiendo respecto a los anteriores comicios, y con una ventaja que podría rondar los 15 puntos con el partido del centroderecha portugués. Además, aunque en 2019 la Chega entró en el parlamento portugués con un diputado. Y aunque podría aumentar su representación, su dimensión no puede compararse con la de Vox en España. Antonio Costa tiene en estos momentos 108 diputados y la mayoría absoluta la alcanzaría con 116. No hay posibilidades de que la derecha sume y existe una expectativa del primer ministro de mejorar su posición. El escenario actual y la perspectiva es muy diferente al español. Unidas Podemos y el pegamento de Vox «Si con Pablo Iglesias estaba más o menso asegurada la vigencia de la coalición hasta agotar la legislatura con Yolanda Díaz esto se reafirma», aseguran desde el flanco morado del Gobierno. En Unidas Podemos plantean el que es otro elemento clave: Vox es un pegamento para la mayoría parlamentaria que sostiene a Pedro Sánchez. Los socialistas son tan conscientes de ello que la utilizan a su favor para intentar limitar las concesiones a sus aliados. Y este es el elemento que produce la gran fricción entre ambos. «El solo hecho de que romper el Gobierno pueda conducir a que el país dependa de Vox es razón de sobra para que los pequeños avances que te deja el PSOE merezcan la pena», aseveran desde Podemos. «Nosotros no vamos a ser quienes pongamos España en una situación que pueda llevar a Santiago Abascal a la vicepresidencia del Gobierno», insisten. «Además el electorado socialista ha asumido el pacto con Unidas Podemos, otra cosa es la dependencia con los independentismos que no gusta a casi nadie». «Normalizar la coalición» La repetición electoral del 10 de noviembre de 2019 respondió al intento del PSOE por mejorar sus 123 escaños. Fue un fracaso. Un golpe de realidad que, con la caída incluida de Ciudadanos, agravada en los últimos meses, deja al PSOE ante una cruda realidad: no parece existir a medio plazo más alternativa para ellos que gobernar en coalición con Unidas Podemos. O como se llame ese espacio político en el futuro. Esta realidad es muy frecuente escuchársela a dirigentes de una y otra formación para preguntarse retóricamente para qué servirían unas elecciones. «Además el electorado socialista ha asumido el pacto con Unidas Podemos, otra cosa es la dependencia con los independentismos que no gusta a casi nadie». La gestión del efecto Yolanda Díaz A partir de aquí, el espacio a la izquierda del PSOE tiene su propia dinámica. Yolanda Díaz trata de reunificar todo ese espacio y de proyectarlo con un espíritu transversal. En su entorno se apunta a un proceso que no será acelerado y que no piensa por el momento en listas electorales. Pero que en algún momento derivará en la clave de todo: ¿se podrá volver a ver bajo una misma candidatura a la cúpula pablista de Podemos y a Íñigo Errejón? Por muy ambicioso que sea el planteamiento de Díaz, con borrado incluido de la marca morada, si el ex número dos de Podemos se mantiene al margen y logra retener junto a él a formaciones como Equo, la Chunta y Compromís (muy dividido en esta cuestión), la suma no será completa. La forma que vaya tomando ese proceso es clave. Y ver cómo lo recogen las encuestas. En estos momentos las buenas valoraciones de Yolanda Díaz, que se basan en buena parte en su atractivo para los electores socialistas, no se reflejan de forma clara en un crecimiento de la marca. Pero la figura de Díaz opera ya como un elemento clave de lo que queda de legislatura. En el PSOE los recelos van en aumento respecto a su figura. Porque cambia la tendencia. La Moncloa tenía muy estudiado cómo desde la moción de censura de 2018 Pedro Sánchez había empezado a recuperar voto que se le había fugado a Podemos desde 2014. A la vez que el liderazgo de Pablo Iglesias no calaba entre los votantes socialistas. Esto cerraba la transferencia de votos del PSOE a Podemos. Esto cambia con Yolanda Díaz y sitúa a Pedro Sánchez en una encrucijada: necesita que su socio funcione bien electoralmente, por eso animó en una entrevista radiofónica a su unificación, pero a la vez existe preocupación porque pueda atraer bases socialistas. ¿Legislatura hasta el último día? Depende Una cosa es afirmar que no habrá elecciones de forma precipitada. Y otra asegurar que se llegará hasta finales de 2023. O incluso enero de 2024. El 7 de enero de ese año sería el límite legal con una interpretación flexible de la LOREG que viene de la época de Mariano Rajoy cuando los servicios jurídicos del Estado apuntaron a que el inicio de la legislatura podría definirse con la fecha de la investidura. España ostenta la presidencia rotatoria de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023. Ese escenario puede ser el deseable. Pero en ambas formaciones se reconoce que con unas elecciones andaluzas en los próximos meses y en función de cómo evolucionen los factores que ahora recomiendan lo contrario Sánchez podría cambiar de opinión. Existe por ejemplo la impresión de que estos Presupuestos pueden ser los últimos de la legislatura. Aunque la idea del Gobierno es «presentar el proyecto de 2023», dicen. Si no salen adelante, dentro de un año el escenario puede acelerarse. Con el horizonte de elecciones autonómicas y municipales en 2023.

De España https://ift.tt/3GDKjIe

0 comentarios:

Publicar un comentario