sábado, 30 de octubre de 2021

El asesino de Logroño dejó marcas en el cuello del niño

Francisco Javier Almeida no sufre ninguna alteración psíquica que limite su capacidad de entender y conocer, y tampoco una parafilia, pese a que se le medicó en prisión para que superara sus obsesiones sexuales. La sentencia por la que se le condenó a 30 años de prisión (agresión sexual y asesinato con alevosía) refleja la personalidad de un sádico, capaz de atacar y matar con arma blanca y con sus propias manos. Quienes vieron al pequeño Alex aún con un hilo de vida el jueves por la noche cuando Almeida se disponía a deshacerse de él apreciaron que el niño tenía marcas en el cuello. Los resultados de la autopsia no han trascendido, pero todo apunta a que la muerte de la criatura se produjo por asfixia, probablemente por estrangulamiento. Antes pudo presionar su boca para que no gritara tras llevarlo engañado al piso de la calle Río Linares de Lardero (La Rioja), a menos de cien metros del local en el que sus padres y varios amigos celebraban una fiesta. Casi 48 horas después de su detención, el presunto asesino seguía en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil de Logroño, con la misma actitud impasible. El viernes cuando lo trasladaron a su piso miró y calló mientras los agentes de Criminalística iban recogiendo muestras centímetro a centímetro, en el salón y en su dormitorio sobre todo, donde hallaron la cama de matrimonio deshecha. Tuvo poco más de quince minutos de margen para actuar. Se cree que debió de asustarse al escuchar los coches policiales y a decenas de vecinos buscando a Alex y decidió cargar con el niño en brazos y coger el ascensor para bajar al garaje donde estacionaba un coche que se había comprado hace poco, o bien dirigirse al trastero para ocultar allí el cuerpo. Los investigadores seguían anoche rematando el atestado que entregarán al juez con el detenido. En esas diligencias se incluirán las decenas de testificales que ya han tomado, incluidas las de los padres del pequeño y otros allegados. La intención es «cerrar» ese atestado lo más completo posible. El depredador sexual llevaba menos de 570 días en la calle, desde el 8 de abril del año pasado cuando el juez de Vigilancia Penitenciaria de Logroño le concedió la libertad condicional sin que la Fiscalía se opusiera y, por tanto, no tuviera que pronuciarse la Audiencia, reacia a conceder permisos y condicionales a agresores sexuales y asesinos, según fuentes jurídicas. El juez recibió el expediente remitido por la cárcel riojana con la propuesta de libertad condicional, dos meses después de que Instituciones Penitenciarias concediera al preso el tercer grado. ¿Por qué lo hizo? Siguiendo el artículo 105.2 del Reglamento Penitenciario. La Junta de Tratamiento de la cárcel de El Dueso (Cantabria) donde cumplió 22 años optó por no dárselo (hubo discrepancia de opiniones sobre si estaba preparado para alcanzar la semilibertad), pero ese artículo permitió a Almeida recurrir al centro directivo y en Madrid se adoptó la decisión. «Había cumplido 3/4 partes de su pena en 2017, había disfrutado de 39 permisos desde 2013 y no existía ninguna incidencia», señalan fuentes penitenciarias. Además siguió el programa para delincuentes sexuales. Los controles se hicieron y fallaron. El sádico volvió a actuar 23 años después. Aunque Prisiones le hubiera denegado la semilibertad podría haber recurrido al juez. A la vista de lo ocurrido, solo algunas niñas del barrio en el que se había refugiado se percataron de su mirada aviesa y de que les ofrecía acompañarlo para que vieran sus pájaros. Hay una denuncia formal del lunes pero describe a otro individuo. La Guardia Civil y la Policía Local aseguran desconocer que la calle Río Linares era su guarida.

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