Ikfem, un puente de música sobre el Miño

Servir de escenario para conciertos de música en directo seguramente no figuraba entre los usos que el arquitecto (y diputado) Pelayo Mancebo concibió a finales del s. XIX para el puente que debía enlazar, cruzando el Miño, la localidad gallega de Tui con su vecina lusa de Valença. Pero siempre es necesaria una primera vez. Eso debió pensar Andrea González, la creadora y programadora del International Keyboard Festival & Masterclass (Ikfem) , que a partir de mañana celebra su décima edición consolidado como una de las propuestas más originales en el verano gallego. La espoleta para el Ikfem vino con la constitución de la eurocidad Tui-Valença en febrero de 2012, una fórmula que venía a unir administrativamente dos núcleos urbanos hermanos a los que el Miño no separa sino que más bien refresca a su paso. «Se nos ocurrió la idea de crear un festival, un espacio cultural que materializase la unión» entre dos países , por los que transcurre además una de las rutas jacobeas, el Camino Portugués. «Sumaba más carga a nuestra idea de romper fronteras, añadiéndole ese matiz multicultural», explica González. Pero no fue hasta 2017, tras varias ediciones desarrollando un formato multidisciplinar en los que cabían la música clásica, el pop, el fado o el rock —articulado a través de los instrumentos de teclado— cuando surgió la idea de usar el puente como escenario. «Es nuestra perla preciosa, y conseguimos cerrarlo por primera vez» para un concierto con diez pianos tocando al mismo tiempo, rodeados de un público fascinado y entregado a la experiencia. Y no, no se entorpecen los unos a los otros. «Nunca escuché un silencio sepulcral así». El hito se repitió al año siguiente, con un desfile de moda con diseños de Agatha Ruíz de la Prada y Katty Xiomara. La pandemia obligó a cambiar los planes de los organizadores —la edición de 2020 fue en formato digital con la iniciativa Cuarentecla Ibérica —, pero mañana la centenaria estructura de acero recupera sus mejores galas para otra velada que pretende ir un poco más allá. «Serán 10 pianos, dos intérpretes en cada uno, cuarenta manos simultáneas» para un aforo limitado de 500 personas que agotó las invitaciones gratuitas en apenas dos horas. «Será impactante». Recuerdo a Ucrania El programa se guarda como un gran secreto, «aunque serán piezas conocidas por el público». Entre los intérpretes que participarán hay españoles y portugueses, pero también «una cubana, una lituana, y una joven pianista ucraniana, Marta Bachek, a la que acogimos en el Conservatorio Superior de Vigo —en el que Andrea González enseña— en el peor momento de la guerra». «Ha llegado el momento en que podemos echarle una mano». El Ikfem se desarrollará desde este viernes 19 hasta el 26 de agosto en doce localizaciones de una y otra villa, con predilección por los escenarios al aire libre: la plaza y el claustro de la catedral tudense —una de las joyas artísticas más desconocidas de Galicia—, los paseos fluviales o de la Corredera; y en la otra orilla, el Jardín de las Amoreiras o la plaza de la fortaleza. «No somos un festival masivo» , reconoce Andrea González, «buscamos espacios para vivir y convivir; conjugar y disfrutar del patromonio y la geografía». La programación es heterogénea. Hay momentos para la música clásica con Pablo Gómez Ábalos y su recuperado 'clavecín roïal' o el recital lírico de Nuria Lorenzo y Alejo Amoedo, pero también para el espectáculo 'Il grande piani', el mayor teclado del mundo que se toca con los pies, o para el concierto del Carillón Lusitanus y su performance itinerante de campanas. Las grandes citas las protagonizarán el pianista portugués Julio Resende —acompañante de Salvador Sobral en su triunfo eurovisivo—, o la española María Toledo y sus versiones flamencas de rancheras mexicanas, entre otras propuestas. La oferta del festival se completa con encuentros entre el público y los artistas , en un espacio bautizado como 'El balcón de Ikfem' y en el que la masterclass se transforma en un diálogo sin fronteras entre creadores y espectadores, las dos orillas del arte, esas que aquí baña el Miño.

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