martes, 23 de agosto de 2022

Paco Umbral

Ahora ya que agosto empieza tímidamente a boquear es hora de acordarnos de otros agostos. De aquél del 2007 y de esa conjunción desastral (sic) del día, 28, cuando se fue Paco Umbral . Umbral fue lo que fue, la ternura y la veleta, la rosa y el látigo, pero el mero hecho de olvidarlo, de refutarlo en lo escrito, de negar de su magisterio, corrobora un principio: fue quien a mi generación le enseñó a no desperdiciar ni un punto y coma. Murió, décadas después, por las mismas fechas que Manolete . Y en esos días de verano también se fue a las regiones celestes un futbolista , con lo que de lorquianas tienen estas serendipias fatales. Umbral, que también pasó por esta cabecera, quiso siempre hacer esa novela madrileña que todos tenemos en el magín. En su lugar, y con intentos más o menos dignos, su novela fue escribiéndose día a día en los periódicos. Dije hace una eternidad que el 'tuiter' mataría a la literatura, y con Umbral va pasando lo mismo. De las escuelas de Periodismo, donde se le estudió mal, confuso y nada, ahora Umbral es un cadáver exquisito para hispanistas que van ya por donde da la vuelta el camino. Pero ése es otro cantar. En esta Pisabién interesa el Umbral que totalizó un tiempo y un Madrid. No era el suyo el perfil de analista, ni le comprábamos por eso. Daba, no obstante, esa actualidad más íntima del Hombre pegado a la Historia. La Historia era Madrid, siempre Madrid. Desde las altas cenas del Eurobuilding a la Celsa y La China. Desde las compañías políticas que creían usarlo a los días felices en Argüelles que intentamos remedar: por lo de días, por lo de felices y por lo de Argüelles. Umbral es, para el prosista de diarios, el primer santo padre al que hay que matar. Y se le mata, y cuando ya no queda rastro de foulard en lo escrito, el autor se sabe maduro. Entonces puede sacar cabeza y reconocerle al dandy que a esta ciencia cambiante del Periodismo se viene uno a pasárselo bien, a jugar con la metáfora. A reducir el mundo del corazón (propio) y el corazón del mundo (mundial) a cuatrocientas palabras en las que se mata un ensayo, una columna, una novela. Descubrió, como dijo Camacho , «las torrenteras del idioma»; y ese debe ser el frontispicio del 'umbralismo'. El 'umbralismo', como tal, es una síntesis viva de Madrid y de cómo escribir Madrid. Un hombre cuya historia pasa por una inclusa de Mesón de Paredes y por la ciudad provinciana y cerrada -que era el Valladolid de entonces- tiene una aventura que contarnos. Más cuando es desde la ciudad plateresca y castellana desde donde sabe que tiene que volver a Madrid, previo paso por León y por ese binomio que fue el de Delibes y 'El Norte de Castilla', que tan bien le hicieron. Noticia Relacionada LAPISABIEN opinion Si Tal como somos. (Y como nos ven) Jesús Nieto Jurado La vida y la resistencia son los dos ríos verdaderos de esta ciudad A los casi quince años de su muerte, ya se le lee con admiración y sin riesgo al contagio. Una tesina doctoral sobre el protagonista de de esta columna ya es suficiente por mi parte. Los viejos libros de Umbral, tan iguales y tan distintos, están desordenados ahora en mis anaqueles. A los quince años hay que hacerle este pequeño recordatorio a Umbral. Es de justicia limpiarle la hornacina a quien nos marcó un canon en lo más alocado de nuestra juventud lectora.

De España https://ift.tt/coSDsYQ

0 comentarios:

Publicar un comentario