miércoles, 31 de agosto de 2022

Trece días sin Isabel, la mujer con alzhéimer cuyo rastro se pierde en la plaza del pueblo

Una búsqueda contra el reloj. Los días pasan y la familia de Isabel del Castillo Hortelano no tiene ninguna pista fiable desde un comercio de la plaza de Navalcarnero captase la última imagen el día de su desaparición . La mujer, de 57 años, casada con un ciudadano griego y madre de dos hijas, padece alzhéimer, lo que complica sobremanera la búsqueda. La familia es consciente de la situación, pero no por ello pierde la esperanza. «La enfermedad no está un grado avanzado, lo peor es la desorientación, los despistes y que está muy desinhibida, quizá manteniendo conversaciones con poco sentido común», explica su hija Yoanna, con la seguridad de que mantiene su identidad perfectamente. «Si alguien la ve, que la llame por su nombre», añade. Alertar de forma inmediata es fundamental para el rastreo de unas pistas que por ahora no han dado resultado. La huella de Isabel se pierde a última hora de la tarde del viernes 19 de agosto. Poco antes de las 20.00 horas, la mujer y su marido llegan al chalé de Navalcarnero en el que residen, después de un largo viaje de tres días por tierra y mar desde Grecia. «Entre sacar las maletas y subirlas, mi padre se percata al volver al coche de que mi madre ha salido y la puerta está abierta», señala Yoanna. De inmediato, el hombre emprende el camino que siempre hacen juntos hasta la plaza del pueblo. Tal es la urgencia, que no coge el móvil, por lo que llama desde un estanco a su otra hija y comienzan a buscarla en vehículos. Los avisos se suceden. «Mi padre le cuenta lo que pasa a la primera patrulla que encuentra y a las diez de la noche ya lo sabe Protección Civil», recuerda, en plena batida inicial. Aquella primera búsqueda, a la que se unió buena parte de los vecinos de la localidad, no dio resultado. El camino que recorrió Isabel hasta que su rastro se pierde definitivamente fue de apenas 20 minutos. Dos cámaras, una colocada en la glorieta del parque histórico de San Sebastián, y la citada de la plaza de Segovia, captan el paso de la mujer, vestida ese día con unas mallas negras, una camiseta de rayas, unas chanclas azules, un bolso marrón claro con estampado de dibujos y una pamela de playa muy característica. A partir de ahí, la nada. «Manejamos la posibilidad de que hubiera podido coger un autobús o subirse en un taxis», sostiene su hija, sin cerrar la puerta a ninguna posibilidad. Noticia Relacionada estandar No Desaparecida desde hace días una mujer de 57 años con Alzhéimer en Navalcarnero ABC Isabel del Castillo, que fue vista por última vez el pasado viernes, necesita medicación Las llamadas, infructuosas todas, advirtiendo de su posible paradero, se han centrado sobre todo en Móstoles y algunos puntos del centro de Madrid capital. «Lo que nos han dicho es que en los casos de personas con alzhéimer que desaparecen, lo normal es que suelan rondar zonas antiguas en las que se mueven con naturalidad», apunta Yoanna. Isabel se mudó con sus padres a la localidad mostoleña cuando tenía unos 13 años, allí pasó su adolescencia, se independizó con una amiga por primera vez, conoció a su marido y trabajó hasta pasados los 30. Restaurantes griegos Fue en esa época cuando nacieron sus dos hijas. Con cinco y dos años, respectivamente, la familia tuvo un breve paso por Tarragona antes de instalarse en Navalcarnero, donde residen desde hace dos décadas. A lo largo de este tiempo, Isabel y su marido han llevado varios restaurantes de comida griega en la capital: el Milos, en la calle de Francisco de Silvela (traspasado a principios de año) o el Mhytos, enclavado en Malasaña y al que tiempo atrás echaron el cierre. «Mi padre era cocinero y mi madre la jefa de sala, además de la encargada de gestionar todo el negocio», expone la mayor de sus vástagas. Ahora, con el alzhéimer ya diagnosticado, Isabel había dejado de atender las llamadas y tampoco manejaba internet. También había dejado de hablar griego, aunque lo sigue entendiendo. Desde su desaparición, las labores para encontrarla no han cesado : batidas por los pueblos de alrededor y Madrid, pegadas de carteles, llamadas recurrentes a hospitales, farmacias... todo cuenta para dar con su ubicación. En contacto permanente con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la familia no entiende la tardanza de la Guardia Civil en acceder a las cámaras de la zona donde se borró su pista. «Me consta que están trabajando a destajo, pero la lentitud de este proceso hace que se dilate cualquier mínimo indicio. El rastro, si se logra detectar, había forma de haberlo seguido antes». El tiempo, mientras tanto, juego en su contra. Isabel y su marido siempre salían juntos, por lo que su entorno descarta la marcha voluntaria. «Es prácticamente imposible», advierte Yoanna, consciente de que cualquier detalle, por insignificante que parezca, podría suponer la llave de su ansiada vuelta.

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