Pablo Infante: «No echo de menos el fútbol»

Pichichi de la Copa 2011-2012, con 7 goles, capitán de aquel histórico Mirandés que también llegó a las semifinales del torneo del K.O., a la vez que director de una sucursal bancaria, y hoy funcionario, tras aprobar unas oposiciones en 2016. Los últimos diez años de la vida de Pablo Infante (Burgos, 20 de marzo de 1985) dan para un bonito guión que estos días revive intensamente con la nueva gesta de club de su vida: «Jugué nueve temporadas allí, ayudé al crecimiento de la entidad, empezando en Tercera y acabando en Segunda, e hicimos historia en Copa. En el Mirandés viví los mejores años de mi carrera en el fútbol», recuerda a ABC el exfutbolista Máximo anotador de la historia del club, con 137 goles oficiales, que según él fueron 160 -«en aquella época no se hacía tanto seguimiento de datos en las categorías no profesionales», recalca-, Pablo Infante creció enamorado del balón y del fútbol. Jugó en la cantera del Real Burgos hasta que la desaparición del primer equipo le obligó a buscarse la vida en su región. Atlético Burgalés, Vadillo, Racing Lermeño, Río Vena, Arandina y en 2005, con 25 años, el Mirandés: «Yo me sentía futbolista, y solo pensaba en ello, pero tuve unos padres que me inculcaron la importancia de la educación y los estudios para tener un futuro en la vida, y eso hice también. Me licencié en Administración y Dirección de Empresas y compaginé el Mirandés con mi trabajo como director de la sucursal de Caja Círculo (ahora Ibercaja) en Quincoces de Yuso, un pueblo de 193 habitantes a 50 kilómetros al norte de Miranda». Infante era el único empleado de aquella sucursal y su día hasta la hora de comer se centraba en gestionar con agricultores y ganaderos sus ahorros, planes de pensiones, fondos de inversión o declaraciones de la renta. Por la tarde, y los fines de semana, tomaba el relevo el fútbol: «Jugar en el Mirandés no era suficiente para vivir. Era mi pasión, pero solo daba para un dinero extra. Como he dicho, mis padres me enseñaron que la vida no era solo fútbol». No, a jugar en Primera Aquella histórica Copa de 2012, en la que el Mirandés eliminó a Villarreal, Racing y Español, y le peleó las semifinales al Athletic, pudo haber cambiado la vida de Pablo Infante. Durante el mercado invernal de esa temporada, un equipo de Primera llamó a su puerta, pero antepuso su corazón al dinero: «El 29 de enero, dos días antes del cierre de mercado, el Zaragoza me quiso fichar, pero no me parecía correcto salir así del Mirandés. No eran formas y estábamos peleando el ascenso a Segunda, además de jugar las semifinales de Copa». En verano, el Mirandés subió y el Zaragoza descendió: «Hice lo que creía que tenía que hacer. No fui mirandesista de cuna, pero sí de adopción». Infante jugó los dos últimos años de su carrera en la Ponferradina (2014-2016) pero ya nada fue igual. Las lesiones le castigaron con crueldad y pensó en los buenos consejos de sus padres: «Me preparé las oposiciones de administrativo del Servicio de Movilidad del Ayuntamientos de Burgos. Año y medio a diez horas diarias de lunes a viernes. Superé cuatro exámenes, fui el primero de 560 aspirantes (con una nota de 32 sobre 40). Y aquí estoy. Ahora, dentro del servicio de Transportes, me dedico llevar la contabilidad y contratación, y a gestionar las ayudas sociales y las licencias de taxis. En la temporada 2015-2016, cuando me retiré, lo pasé mal con tanta lesión y necesitaba oxigenar mi mente y mi corazón. No echo de menos el fútbol», explica, pero sí que sigue a su amado Mirandés: «Son un equipo muy trabajado, que sabe jugar y sufrir. Si llegan con la eliminatoria abierta a Anduva van a tener sus opciones de eliminar a la Real y meterse en la final».

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