sábado, 29 de febrero de 2020

El partido de la melancolía

En «La melancolía moderna» (2019), Roger Bartra recuerda, al hilo del filósofo Byung-Chul Han, cómo «una parte del mundo actual está afectada por una grave descomposición de la política, se encuentra ahogada en la hiperinformación y en el aburrimiento profundo». Tal y como llegan Madrid y Barcelona al decisivo partido de esta noche, primera del marzo airoso, en el que los dos se juegan la Liga y algo más, nadie las tiene consigo respecto a lo del aburrimiento. Si por parte de los de Zidane llegan con la «disciplina perdida», disciplina perdida por el mismo entrenador y sus equívocas rotaciones sin explicación -pareciera que la disciplina la perdió el mismo que debe aplicarla-, los de Setién exhiben, sin pudor, una «posesión estéril». Estéril si la clave del fútbol actual es mostrar cerca de quinientos pases sin tirar a puerta, como les ocurrió a Messi y diez más en Nápoles, porque lo del aburrimiento adquiere dimensiones homéricas. Más allá de esas cosas de «clásico» (hiperinformación), el encuentro de hoy es el de la melancolía. Por lo que fueron y por lo que son. Si la duda entre los blancos es Bale y Vinicius, la cuestión está más allá de la disciplina perdida, porque entonces es el horizonte lo que se ha perdido. Por ello, la belleza viscontiniana de esta noche es que juegan dos sombras de lo que fueron, dos decadencias presentes. Y eso tiene su atractivo estético y melancólico. Llegan en sus horas malas -las puede haber peores. Así que, a pesar de la hiperinformación que advierte el filósofo, ya sabe el aficionado lo que le espera. Si todavía queda algún ilusionado, que abandone toda esperanza: «Tener el balón como nunca» (Setién) es la consigna de los azulgrana. Menudo programa, ya podrán dar mil pases y seguir no ya mareando a la perdiz sino al aficionado y pensar que eso es lo que se espera. Hasta el díscolo Buñuel llegó a la conclusión de que el cine podía ser así o asá, pero lo único que no se podía permitir era aburrir al espectador. Como el resto de la sociedad, el fútbol hoy, también, homenajea al viejo chiste polaco y «avanza hacia atrás». Y, oye, tan contentos.

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