sábado, 29 de febrero de 2020

El misterio de Shahpari, la tercera esposa de Adnan Khashoggi

Shahpari Azam Zanganeh (1939) se cruzó con Adnan Khashoggi allá por el año 1990, cuando Marbella era todavía el paraíso terrenal de los jeques de yate. Y cruzarse fue casarse. Fue al año siguiente, por el rito musulmán. Era una mujer de inteligencia afilada, y oscura belleza apabullante. Una misteriosa mujer imán. Adnan era Adnan Khashoggi, uno de los tipos más ricos del mundo, en su momento mejor. La Marbella que les unió era la Marbella ya cumplida de la jet set, un edén de derroches donde los ricos y los golfos le tenían muy bien pillada la postura a dormir sólo durante el día. Jaime de Mora y Aragón llevaba la agenda de la juerga, y hasta animaba a los millonarios tocando el piano, de madrugada, y Gunilla Von Bismark era la melena desmelenada de aquel consulado del albedrío con vistas al mar obsequioso y canalla de la noche, y al mar propiamente dicho. Eran temporadas de mucha boite, mucha túnica, y mucho jabugo sexual, no sé yo si en ese mismo orden. En los recreos de aquel tiempo se reunían Brooke Shields, Sofía de Habsburgo, Sean Connery, Naty Abascal, Manolo Santana o Alfonso de Hohenlohe, entre otras gentes no de garrafón. Shahpari fue la tercera esposa de Khashoggi, que años antes de había casado con la italiana Laura Biancolini, más conocida como Lamia, y aún antes con la inglesa Sandra Daly, llamada Soraya, de la que el magnate se divorció después de que ella tuviera una hija con otro hombre. Arriesgan quienes saben que la boda con Shahpari incluía la esperanza secreta, por parte de Khashoggi, de recuperar su influencia internacional, que había perdido ímpetus por un creciente desprestigio personal y también por la lucha de clanes en Arabia Saudí, que derribó a Adnan de muchas de sus amistades del poder. No resultó ese afán, finalmente, y tras 15 años de relación, el matrimonio se rompe, Adnán repudia a Shahpari y regresa con Lamia, que resulta así su mujer definitiva, hasta la fecha de su muerte, en junio de 2017, a los 82 años. Vida reservada De Shapari sabemos que es mujer de vida reservada, pero dada a la frecuentación de los salones internacionales de alta influencia. Procede de familia de clase alta, y cultivada. Su madre, Pari Zanganeh, era una famosa cantante de ópera iraní. En algún momento, hace cinco años, asomó a la actualidad por motivos no artísticos, cuando defendió en público a la hija, que ilustró algunos titulares de prensa por su presunta implicación en la trama de comisiones del AVE a La Meca. Comenzó Shahpari estudios de Economía en la Universidad de Boston, y luego se mudó a Nueva York a prorrogar la formación. Consta que trabajó, de joven, en la Christie’s, y en algunas empresas de artículos de lujo en Europa. Ya entonces la adornaba una fama que nunca la iba a abandonar: la de la simpatía imbatible y el preclaro don de gentes. Vivió en Cannes, Londres, Mónaco... Khashoggi, hijo del médico personal del Rey Abdulaziz, quedó hechizado por la personalidad de Shahpari cuando se cruzaron por vez primera en Marbella, aquella Marbella dorada, festiva e irrepetible, que era la competencia de la Costa Azul, pero con Puerto Banús y el mejor horario de deshoras del mundo. Venían los truhanes de mariscada con champán, y las aristócratas de corsetería internacional. Allí anidó la beautiful people, con la Preysler de musa, allí se desmelenaban los jeques, tan millonarios de calvicie. Allí se descubrieron enamorados Adnán y Shahpari, la misteriosa mujer imán.

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