domingo, 24 de julio de 2022

Un circo muy bien pagado

El Clásico es el gran espectáculo global del mundo y aunque estos americanos son unos horteras, se hacen querer por su encantadora inocencia y por el buen dinero que nos dejan. Para Barça y Madrid, el primer encuentro de la temporada tuvo algo de circo, pero muy bien pagado. La euforia en la grada era de país joven, poco instruido, pero en lugar de verlo como una lacra o de burlarnos tenemos que estar atentos y darnos cuenta del gran negocio que con esta gente podemos hacer. Era por lo tanto inexacto decir que no nos jugábamos nada. Barça y Madrid se juegan el estado de ánimo y la vida siempre que se encuentran, y en este partido además teníamos que quedar bien con los americanos para que sean nuestros clientes durante muchos años. El Barça empezó tan chulo como Laporta y el Madrid tan tranquilo como Ancelotti. Lo mejor era el estadio de Las Vegas, cerrado y con aire acondicionado, como tendría que estar el hemisferio norte entero entre San Juan y Todos los Santos. Euforia un poco de pueblo en las gradas, con olés por nada. La sobriedad europea, decadente, chocaba con la exuberancia latina que no paraba de gritar, como si la Champions estuviera en juego. Yo iba viendo el partido y pensaba en la cantidad de dinero que Florentino sabe que con una Superliga bien vendida en el mundo Barça y Madrid pueden ingresar. Partidos como el de Las Vegas sirven para entender que el fútbol ya no es un deporte sino un espectáculo, y que así ha de entenderse y así ha de comercializarse. Barça y Madrid, más que enemigos y rivales, son compañeros de escenario, como el Fantasma de la Ópera y el Vizconde de Chagny. PESTAÑA real-madrid-barcelona-pretemporada-2022 La opinión de Salvador Sostres 4 Como siempre, el Barça hacía y hacía; y también como siempre el Madrid esperaba y esperaba. Nadie se tomaba a broma la velada, pero el partido no consiguió despegar hasta que Valverde despertó a los americanos de las dos costas de un trallazo al larguero. Ansu, fallón, perdonó sólo ante Curtois. Xavi, que esperemos que haya aprendido a qué países es mejor no ir ni a hacer el tonto, dirigía por primera vez a su equipo en esta gira. Vestía como un Guardiola de bajo presupuesto -y también, por suerte, de afectación más baja- pero en cualquier caso mejor que el chándal infame y barrigón de Carleto, que para acabar de dar el cante masticaba un chicle de estos que parecen triples. El primero que empezó a justificar los millones fue Raphinha, que coló un magnífico disparo por la escuadra. A pesar de la pronta hora española en que el partido se jugaba, recibo incendiados mensajes de mis amigos culés diciendo que este año no se nos escapa la Champions. Con qué poco a los equipos desmoronados les basta para soñar. Es lo más enternecedor que tiene la Humanidad: que basta cualquier suspiro para volver a tener esperanza. El partido se le daba mejor al Barça que al Madrid. Se notaba la urgencia culé por poder celebrar algo tanto como la campeona displicencia blanca. Otro que quería demostrar era Lewandowski, chupón, que tuvo que disculparse con sus compañeros por un exceso de ansia. Se le ve mayor, al flamante fichaje. No porque no corra, digo la cara. Se le ve el padre que se ha unido a la pachanga de sus hijos, con su rostro de gravedad polonesa, como preocupado por si vuelven los rusos o los alemanes. Sombrío semblante. Oye, pero si marca, pues bien. Ansu inédito, como si aún estuviera lesionado. Juguete roto? Mientras duró fue hermoso. Por cierto que Lewandowski duró media parte, es normal. Lo que tenía de tensión del partido, de toma de temperatura, de espectáculo más o menos creíble aunque fuera en Las Vegas y para un público que más que haber pagado una entrada, y no precisamente barata, parecía que había sido sorprendido en una redada, desapareció con los muchos cambios tras el descanso. Dembélé corría por la banda después de que el Barça se haya tenido que tragar al jugador que más nos ha chuleado en los últimos tiempos. La misma falta de cerebro del jugador parece tenerla su manager. Primeras tanganas de la temporada y primeras entradas criminales, como la de Busquets a Modric. Salió media hora Piqué y también fue pitado en Las Vegas, aunque no sé si por la afición del Madrid por ser del Barça; o por los aficionados al reggaetón -que en la grada para hacía haber muchos, y con las dos camisetas- por lo que ha llegado a hacerle a su mujer. Lo que en la primera parte tuvo tensión, en la segunda se volvió yogur, y desnatado. Jugadores de segunda, fútbol de tercera y aburrimiento de primera. Ganas de volver a dormir hasta la hora del almuerzo. El Madrid, como siempre, nos vemos en marzo y a ver qué flauta suena esta temporada; y el Barça, algo renacido, más punzante, con más recursos; pero estos inicios ilusionantes han acabado los últimos años en cuartos de la Champions y de forma humillante. ¿Este año será distinto? Soy incapaz de decirlo. El Barça ganó ayer el primer Clásico de la temporada, pero como dice Laporta, lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas. Y especialmente con un equipo como éste, que tanto por las pancartas luminosas de su presidente como por el tipo de jugadores que ha fichado, parece más para lucirse en el circo que para competir en serio con los grandes.

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