sábado, 30 de julio de 2022

Estados Unidos viene a la caza de talento a España

Viernes, nueve de la mañana y el sol predice el esfuerzo que les tocará a los 120 niños que, nerviosos, se presentan en las pistas del Complejo Deportivo RACE, en Madrid. Hoy puede ser el día más importante de sus vidas, y lo saben. Se sienten observados. Deben demostrar sus cualidades jugando al tenis ante los ojos de 35 seleccionadores que representan a las universidades estadounidenses que durante estos días están de caza por España. Por primera vez también se analizan sus movimientos con cámaras. Desde el otro lado del océano hay otros 200 especialistas listos para reclutarlos a través de la pantalla . En cada punto, la raqueta pesa más y la pelota bota más lento, los jóvenes saben que solamente unos pocos afortunados podrán vivir el sueño americano. El escaparate de tenis más grande ha aterrizado este fin de semana en Madrid, y los próximos días los observadores irán por otros países de Europa en busca de talentos. La oferta no es banal: becas y un sistema de entrenamiento profesionalizado para los mejores jóvenes de la base nacional. La cultura del deporte en Estados Unidos no tiene comparación con la de ningún país del mundo. Pero hay otro hecho igual de indiscutible: el nivel del tenis español. Nadal y Alcaraz brillan en todo el planeta. Y fuera, las mejores universidades, se han dado cuenta de los talentos que se cultivan aquí. Por otra parte, el salto profesional es tentador: la oportunidad de entrenar con infraestructuras profesionales, disponer de fisioterapeutas y nutricionistas personalizados es única. La beca incluye también una carrera universitaria. Aquí está el factor clave: la gran diferencia entre Estados Unidos y España reside en la posibilidad de compaginar los estudios con una trayectoria profesional en un deporte. Es la norma y la obligación: si quieres profesionalizarte en la pista, también debes responder en una educación de alto nivel. Guillermo Navarro El crecimiento de los deportistas en Estados Unidos no es solo profesional, también humano. Jorge Carretero , organizador del evento del Global College USA , destaca la oportunidad que se ofrece a los atletas españoles: «La diferencia más grande entre los dos países a nivel deportivo es que no hay ningún club aquí en España, ni el de Rafa Nadal, que se pueda comparar con las mejores instalaciones de Estados Unidos». América ha abierto los ojos y se está lanzando para cazar los talentos españoles y llevárselos a sus universidades. Una fórmula que parece funcionar: en el último Wimbledon, 65 tenistas de los 300 presentes provenían de universidades. La formación es de élite y los datos lo reflejan. Hace dos años, Jenson Brooksby (actual número 43 ATP) ganó a Tomas Berdych en el US Open. Este año, Cameron Norrie, salido de la Universidad Cristiana de Texas, fue semifinalista en la hierba de Londres y ocupa el puesto 13 del ranking. Y si esto ocurre en el tenis, también el baloncesto estadounidense busca talento español. A través de la Campus Elite Sports Academy , en Lloret del Mar, muchas chicas pueden alcanzar el sueño de jugar en la NCAA. Adrià Castejón , CEO de la Academia, confirma el crecimiento del fenómeno: «Ha habido un 'boom' en los últimos dos años. Este año mismo enviamos a Estados Unidos a 30 jugadoras nacidas en 2004. Es un gran momento porque saben que hay talento aquí». El sueño está a dos pasos y al alcance de cualquiera. Carretero explica que las universidades extranjeras no pierden tiempo en adueñarse de los mejores: «Puede darse el caso de que el deportista llegue a nacionalizarse. Un ejemplo, aunque no sea americano, es el de Álex de Miñaur: en España no recibía ayudas mientras que en Australia lo apoyaron y aceptó jugar para ellos». Españoles en el mundo La cultura deportiva americana es lo que permite al país fabricar deportistas de élite. El público llena los estadios, las televisiones invierten en el deporte universitario, existe un gran seguimiento. En los últimos años la praxis de ir a formarse en Estados Unidos se está volviendo habitual. Los atletas se animan a ir a territorio americano para poder compaginar el sueño de volverse profesionales con las mejores infraestructuras sin tener que abandonar los estudios. Ahí están los últimos resultados obtenidos por deportistas españoles para fomentar la experiencia: Alejandro García ganó un campeonato nacional de tenis con la Universidad de Baylor, y este año triunfó con la de Virginia. Esthela Pérez también conquistó el título nacional universitario. Jugadoras de baloncesto de la liga española como Elisa Aguilar, Maite Cazorla, Leticia Romero, María Conde también se formaron en universidades estadounidenses. Agustín Romero , exjugador de tenis y seleccionador de la Universidad de Loyola Marymount, cuenta la evolución de este panorama: «Cada año llegan siempre más tenistas europeos. Antes el camino era mucho más difícil. El porcentaje de tenistas que llega a ser profesional es muy bajo y esta es una opción valida, aunque no es una sorpresa si solo salen uno o dos jugadores de este evento como máximo. Aquí los entrenamientos son más físicos y el nivel es más alto, hay mejores canchas, estadios y estructuras». Entre los seleccionadores presentes en Madrid estaba también Cristina Sánchez Quintanar , seleccionadora de la Universidad de Arkansas. Fue tenista profesional en Texas y después aceptó ser asistente hasta llegar a entrenar al equipo femenino universitario. Así explica las diferencias: «En Estados Unidos el nivel es más alto porque tienen otra cultura deportiva. Lo primero es que se juega en equipo y no de forma individual. Y desde los 7 años se entrenan para poder tener una oportunidad de entrar a la universidad mientras que en España las chicas de 17 años aún están pensando si quieren arriesgarse para irse a América». En España llegar a lo más alto parece imposible mientras que en Estados Unidos todos pelean por su puesto en la cima. Sánchez Quintanar subraya el altísimo nivel de competitividad que se vive al otro lado del océano: «Los americanos viven por esto, no tiene nada que ver con lo que se entiende aquí el deporte universitario». Las diferencias no se quedan solo en la mentalidad sino que también a nivel físico el cambio es absoluto. «En nuestra Universidad entrenas mucho, más que aquí seguramente. La legislación americana te obliga a 20 horas a la semana, sin contar las competiciones», indica la seleccionadora. Mismo discurso sigue Castejón, el experto de baloncesto que precisa sobre las diferencias en los entrenamientos: « Se trabaja mucho más en el tema de pesas y fuerza . En España la mayoría del trabajo está destinado a prevención de lesiones. Esto se hace también en Estados Unidos pero le añaden trabajo físico porque tienen más horas a su disposición». Guillermo Navarro Un problema que Cristina ha subrayado es que las chicas, al momento de aceptar las becas, dudan mucho, pero la oportunidad es atractiva. «Nuestra Universidad ofrece una beca de 245.000 euros que cubren la formación académica y deportiva. Hacemos todo lo posible para convertir a las tenistas en profesionales. Le garantizamos una preparación completa, un apartamento, un fisioterapeuta personal, un nutricionista, gimnasios y pistas para poder entrenar cuando quieran», explica Sánchez Quintanar. La grandeza del sueño se completa con la educación reglada: «Tenemos un centro académico solo con deportistas, con habitaciones, ordenadores y con un tutor personal». Este nivel es difícil de alcanzar en España, sobre todo, desde el punto de vista económico: «Todo está pagado, la carrera también, y además hay nuevas reglas que dan ventajas a los jóvenes: por el simple hecho de estar en el equipo y ser elegible para competir, se reciben 3.000 dólares por semestre». Las puertas se han abierto, el torneo ha comenzado y ya se escuchan los chirridos de las zapatillas en el cemento. El sol calienta las pistas y los golpes secos de la pelota revuelan en el aire. De vez en cuando un grito rompe la monotonía, un error grave o la victoria de un punto complicado. Los reclutadores están atentos, una camiseta de la universidad los identifica y les confiere una autoridad que los niños reconocen: ven el puente hacia el sueño americano que se decide en una tarde caliente del verano de Madrid.

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