martes, 19 de julio de 2022

François Beoringyan : «A Asier no hay que ponerle límites, sino preguntarle cuál es su sueño e ir a por él»

François Beoringyan (47 años) nació en Chad y se crió en París, donde desarrolló una aceptable carrera como saltador de altura antes de instalarse en Pamplona para hacerse entrenador. De eso hace ya veinte años. Ahora trabaja en el club Pamplona Atlético, donde coordina el salto de altura y las vallas. Fue allí donde conoció a Asier Martínez, flamante bronce mundial de 110 vallas, al que dirige desde su etapa como cadete. Con mucha más facilidad para la lágrima que su pupilo, en Eugene compitieron juntos en emociones. -¿Le ha dado tiempo ya a asimilar lo conseguido? -No, creo que todavía no lo he asumido. Creo que cuando lleguemos a España y consigamos descansar un poco y alejarnos del bullicio nos daremos más cuenta. -Nada más acabar la final se pudo ver a Asier buscándole en la grada. ¿Qué se dijeron? -Justo ahí, con todo el follón, fue un momento raro. Nos abrazamos pero apenas pudimos decirnos nada. Luego ya tuvimos un momento más íntimo en el que soltamos los nervios. Él me decía todo el rato: 'Fran, la que hemos liado'. Ni en nuestros sueños más locos habríamos imaginado algo así. -¿Qué pensó cuando vio fuera de la final al campeón olímpico y a la mejor marca mundial del año? -Una vez que llegas a la final puede pasar de todo, pero es verdad que había mucha gente por delante. Cuando el jamaicano se retiró del calentamiento ya empecé a creer en la posibilidad de hacer podio. Recuerdo haber pensado que había que ir a por Devon Allen, que me parecía el estadounidense más flojo de los tres. Y cuando éste hizo nulo me dije: 'No puede ser'. Ahí lo tuve más claro, porque quitando a los otros dos estadounidenses al resto de rivales ya les había ganado en alguna ocasión. -Hubo esa pizca de suerte, pero el metal había que ganárselo... -Eso por supuesto. Da igual que se hayan caído dos rivales si a la hora de la verdad no compites. Luego hay que ganárselo. A Asier le benefició llegar de tapado, con una marca inferior. Pero ambos sabíamos el trabajo que habíamos realizado durante la temporada. Simplemente había que reflejarlo. -¿Cómo es Asier? -Es un superdotado. Sobre todo a nivel mental. Tiene un coco privilegiado para tener 22 años. Sabe qué decir y hacer en cada momento. Hablas con él y sus conversaciones son de una persona adulta. Tiene un gran compromiso con todo lo que hace. «Ni en nuestros sueños más locos hubiéramos imaginado algo así. Él me decía todo el rato: 'la que hemos liado'» -Sorprende esa tranquilidad que transmite antes de las carreras... -¿Sabe qué? Es todo lo contrario. Es un chico muy nervioso. Pero recuerdo un Europeo sub-20 en el que esos nervios le jugaron una mala pasada. Se quedó en semifinales y no cumplió sus expectativas. Creo que a partir de entonces ha aprendido a controlar eso. Por dentro es un volcán, pero por fuera transmite paz y tranquilidad. -Resulta curioso que fuera usted, un antiguo saltador de altura, quien recomendase a Asier dejar esa disciplina y centrarse en las vallas. ¿Cómo fue aquello? -Tiene que ver con mi propia experiencia como atleta. Yo era un chico bastante completo y elegí la altura cuando mi tipología no estaba hecha para eso. Igual si me hubiese decantado por otra especialidad hubiera llegado más lejos. Como entrenador intentó que todos los atletas jóvenes con los que trabajo acaben en la disciplina adecuada. Con Asier empiezo a trabajar cuando tiene 16 años y observo que tampoco tiene esa tipología. Tiene la cadera algo baja y el tronco más largo que las piernas. Eso me hace pensar que la altura no iba a ser lo suyo. Se lo dije y poco a poco empezó a hacer vallas. Compaginó las dos cosas hasta que un día fue él quien me dijo que ya solo quería hacer vallas. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Asier Martínez es un portento noticia No Gesta de Asier Martínez: bronce mundial en los 110 metros vallas noticia Si Asier, tartán y hielo -Su progresión en los dos últimos años asombra... -La pandemia nos vino muy bien. Hasta entonces, Asier dividía su tiempo entre Pamplona y Bilbao, que es donde estudia, y eso le quitaba tiempo de entrenamientos. Ahora lo lleva todo online y ha podido dedicarse mucho más. Ahora se ven los resultados, pero llevamos mucho tiempo construyendo la técnica para que se produzcan. El cambio de chip empezó en Torun, en el Europeo en pista cubierta de 2021. Ahí se dio cuenta de que no había tanta diferencia con los grandes vallistas. -¿Cuál es el límite de Asier? -Todos me preguntáis lo mismo, pero no creo que haya que pensar en eso. A Asier no hay que ponerle límites, hay que preguntarle cuál es su sueño y si está dispuesto a trabajar para conseguirlo. Si dice que sí, ahí estaré yo para decirle: 'venga, vamos a intentar llegar Y si no se puede, tampoco pasa nada. Solo es deporte'.

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