domingo, 24 de julio de 2022

Duplantis borda el epílogo del Mundial con un nuevo récord del mundo

Fue un epílogo maravilloso. Empezando por el récord mundial de la nigeriana Tobi Amusan en los 100 metros vallas logrado ¡en una semifinal!; continuando por la extraordinaria pelea codo con codo en el 800 femenino entre dos veinteañeras, la estadounidense Athing Mu y la británica Keely Hodgkinson, resuelta a favor de la primera, la atleta de piernas infinitas, por apenas ocho centésimas; y culminando con la exhibición de Armand Duplantis , el último atleta en intervenir en el Mundial de Oregón, que echó el telón dando otro mordisco a la historia: 6,21 metros. El mejor salto de siempre con una pértiga. Eugene ya tenía a su reina en la figura de Sydney McLaughlin , oro también en esta última jornada en el 4x400 (vigésima medalla de Allyson Felix), y faltaba por coronar a su monarca. Bien sabía World Athletics que Duplantis era una apuesta segura cuando decidió colocar su prueba como guinda para esta jornada de despedida. Para explicar lo ocurrido en Hayward Field hay que empezar por el final, por ese salto infinito de Duplantis. El sueco ya se había garantizado el oro sin demasiado sufrimiento. Sus dos principales rivales, el estadounidense Christopher Nilsen y el filipino Ernst John Obiena, resistieron hasta el 5,94. 'Mondo' pasó esa altura a la primera, al igual que los 6,00, donde fracasaron la plata y el bronce. Solo se permitió un falló sobre 5,87 por culpa de un brazo traicionero que no se encogió los suficiente. Pero en cada salto su panza se elevaba y dejaba un hueco formidable sobre la barra. No había sorpresa posible. El margen que le queda al joven atleta nacido en Lafayette le hace ir sobrado. Antes de atacar el récord del mundo, Duplantis hizo cálculos y pidió el listón a 6,06 metros del suelo. Quería asegurarse también la mejor marca de los campeonatos. Otra vez lo superó a la primera. Entonces, ya sí, se subió el listón hasta los 6,21. Duplantis se tomó con calma su primer intento. Charló con su padre, pidió consejo al francés Lavillenie y se lanzó al pasillo con convicción... pero sin acierto. Un nulo claro que hizo dudar sobre las posibilidades del saltador. Craso error. A la segunda, hechos los ajustes pertinentes, el sueco volvió a elevarse hacia el cielo de forma majestuosa para mejorar su récord, de nuevo con mucho margen de error. Ya no quiso más. Corrió hacia la grada y se envolvió en la bandera de su país mientras recibía las felicitaciones de su gente y el beso de su novia, la modelo Desire Inglander. Con su marca, Duplantis supera a Sergey Bubka en el número de veces que ha superado el listón por encima de los seis metros. El sueco lo ha logrado ya en 48 ocasiones por las 46 del excampeón ucraniano. Ingebrigtsen se reivindica Aún queda un último protagonista, de la misma generación que Duplantis y que, como él, aprovechó la cita de Eugene para lograr su primer título mundial al aire libre. Jakob Ingebrigtsen llegaba a la final de los 5.000 metros tras la enorme decepción que le supuso perder ante el británico Jake Wightman en el 1.500, herido en el orgullo. Enfrente, un ejército de atletas africanos, comandados por el ugandés Joshua Cheptegei, campeón olímpico en Tokio sobre esta distancia y triunfador aquí en los 10.000. Fue él quien tomó el mando de la prueba para convertirla en una prueba de eliminación. Pero el ugandés pecó de exceso de confianza, y antes del segundo kilómetro se dio cuenta de que iba justo de fuerzas. Cedió entonces la cabeza al trío de keniatas, que asumieron el mando, pero sin imprimir un ritmo exigente. Ingebrigtsen, mientras, guardaba fuerzas al fondo del pelotón, e incluso se salía de las calles interiores para recoger un vaso de agua con el que refrescarse. Al paso por el cuarto kilómetro el noruego tomaba por fin posiciones y se ponía a correr. Su último mil fue colosal, sin acelerones pero alargando la zancada cada vez más para impedir que ninguno de sus rivales pudiera ponerle en aprietos. En el esprint final solo pudo acercársele el keniata Jacob Krop, mientras que en la pelea por la medalla de bronce salió triunfador el segundo ugandés, Oscar Chelimo. Cheptegei confirmaba sus malas sensaciones entrando en novena posición. Tampoco fue el día de Selemon Barega, el mejor de los etíopes, hundido en la duodécimas plaza. En cambio, estuvo a punto de entrar en la historia el guatemalteco Luis Grijalva, todo corazón y valentía, que acabó en cuarta posición después de plantar cara en los puestos de cabeza durante toda la carrera.

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