Aquí no hay piscina

En Madrid no hay playa, alcalde, pero tampoco hay piscina. Quiero decir que Madrid va cumpliendo mucho como monada entre las monadas, en las restauraciones concluidas del Centro, o las que aún hay en curso, pero nos faltan piscinas. Rueda algún dato por ahí que deja a Madrid muy poco puntera, respecto a otras ciudades, si miramos el número de piscinas , según el número de habitantes. Y estoy hablando, principalmente, de piscinas públicas, que van desde la de Arganzuela, o Carabanchel, hasta la de Ciudad Lineal, o Fuencarral El Pardo. Luego están las de Hortaleza, Latina, Moncloa Aravaca, Moratalaz, Puente de Vallecas, San Blas, Usera, Vallecas, y Villaverde. Igual me dejo alguna sin citar, pero hay poco más que citar. Para los varios millones de bañistas que somos, por estas fechas, nos falta hueco de remojón. Es curioso, por paradójico, que una gran ciudad, como Madrid, sea ciudad escasa en piscinas, alcalde, porque Madrid tiene su mes mejor en agosto , según diagnóstico de Gómez de la Serna, aún vigente, y agosto sin piscina es un poco menos agosto. Igual hay quien pretexta que no es condición de lo urbano una piscina, ahí en medio, entre supermercados y farmacias, pero precisamente por esa condición de poblachón de asfalto necesitamos la piscina, que es el lujo de verano, cuando no hay playa, como es el caso. La gente acude a pillar bronceado en los costados del Manzanares, y hasta en parques diversos he visto yo estos días muchachas de biquini, que quedan como sirenas de dulce susto, a orillas del tráfico de una avenida, como doradas maravillas de costa que de pronto han caído en medio de la barahúnda de la ciudad, donde el peatonaje aún se ajetrea de traje, y de prisa. Son bañistas sin baño, que acampan en un recodo de césped, que sale gratis, y tiene vistas a los autobuses. Pero no falta piscina, alcalde, nos faltan piscinas. Las públicas, están entre un euro y treinta y cinco céntimos para la chavalería, y dos euros y veinticinco céntimos para los adultos. Son una alegría barrial y popular de tantos que no van a poder cumplir la escapada al mar, ese soñado albedrío. Barrial, popular, y escasa.

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