No son pocos los expertos que afirman que el deporte de élite es, por definición, perjudicial para la salud. La respuesta estaría en el riesgo que tiene llevar el cuerpo a su límite de manera continuada. Uno de los casos más famosos es el demostrado por el doctor Bennet Omalu, quien dedujo que en la muerte del exjugador de fútbol americano Mike Webster habían influido los golpes recibidos durante su carrera en la NFL: «Al analizar su cabeza nos encontramos con daños semejantes a los de las personas que sufren alzhéimer o demencia». Desde no hace mucho, una controversia similar pervive en el fútbol. ¿Es peligroso para el cerebro golpear a la pelota con la cabeza? No existen estudios que lo demuestren de manera fehaciente, pero sí que se pronuncian a favor de esta hipótesis. Según uno publicado por la Universidad de Glasgow en 2019, para el que se analizó la salud de 7.676 exfutbolistas, estos tienen una mayor probabilidad de morir de enfermedad cerebral, padecer alzhéimer o párkinson. No es el único. Otro estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York llegó a una conclusión similar. Según este mismo, dar cabezazos con frecuencia puede provocar un empeoramiento, en muchos casos transitorio, de la velocidad psicomotora, la atención o la memoria. Tras analizar los cerebros de 37 adultos que habían jugado al fútbol desde su infancia se constató que los más rematadores tenían anormalidades en la materia blanca similares a las presentes en los pacientes que han sufrido alguna conmoción cerebral. Así las cosas, quienes mandan en el fútbol británico han tomado nota y han actuado en consecuencia. Después de que la UEFA y la FIFA se hayan mostrado dubitativas al respecto, las Federaciones de Irlanda del Norte, Escocia e Inglaterra han actualizado su reglamento. A partir de ahora los niños menores de 12 años no podrán golpear la pelota con la cabeza durante los entrenamientos. La medida será gradual hasta los 16. En ninguno de los casos se aplicará en los partidos. Juan Carlos Portilla, vocal de comunicación de la Sociedad Española de Neurología, opina al respecto en ABC: «No está demostrado que ese tipo de golpeo pueda ocasionar consecuencias neurológicas», pero advierte: «Lo que sí es verdad es que los más pequeños son más vulnerables. Tienen un desarrollo de su organismo menos avanzado, no tienen una técnica tan trabajada de golpeo y su cerebro está en una etapa de madurez». Por ello, con el objetivo de mitigar «cualquier riesgo potencial», el fútbol inglés sigue los pasos del estadounidense. Allí, desde hace años, está vigente esta prohibición para los más pequeños en las ligas inferiores.
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