Después de Sánchez, las instituciones. Porque ahí sigue el niño del Maeztu dando la tabarra con llevarse las cosas capitalinas a Mondoñedo o a Mahón o a La Mareta. Porque la madrileñofobia de Sánchez es paralela a su concepción de la política: quitarse lo incómodo del medio como quien espanta una mosca. Por eso, los ministerios pueden andar en la España despoblada, que se sabe que hay pueblos en León donde más que un ambulatorio lo que quieren es que le coloquen ahí un ministerio, con su ujier y su quiniela y su bar interno con precios populares. Sánchez es así, lanza un globo sonda y después acerca presos y cede lo impensable. La cosa es descapitalizar Madrid porque sí. Porque es ciudad incómoda, y quizá por eso Sánchez lleve esa comitiva con Guardia Mora cuando pasa por Princesa rumbo o de vuelta de esos compromisos internacionales que sabemos por el pool de Moncloa. La comitiva es larga por no ver al madrileño, que es pueblo, como bien nos recordó Galdós en 'Fortunata y Jacinta'. Decía Manolo Alcántara que España era un país de distancias íntimas, y es por eso que jamás nos molestó que Agricultura o Hacienda estuvieran en Madrid, por ser el centro y ser Madrid ciudad de buenas aguas y mejores gentes. Cierto que fue Zapatero -contigo empezó todo- quien empezó con esto de varias capitales, pero lo que en Sánchez es resiliencia y empecinamiento, en ZP era nube de jefe indio y así quedó la cosa. Al jaleo autonómico habrá ahora que añadir el baile, el runrún de cómo el Prado y Nuevos Ministerios se quedan sin eso mismo: sin ministerios. Sánchez quiere desinflar Madrid por algo freudiano, pero el de Mansilla de las Mulas que se sacó la plaza en Madrid por vivir a la madrileña, no se lo va a poner fácil. Sánchez quiere hacer de Madrid su España vacía, y con eso está todo dicho.De España https://ift.tt/3Fefo4S
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