viernes, 1 de octubre de 2021

Una 'isla' de chabolas y basura a los pies de la Operación Chamartín

En la calle de Manuel Ferrero (distrito de Chamartín) solo los números impares tienen acera. Al otro lado, el tramo del talud que separa la calzada de la gran mayoría de parcelas anticipa el insólito contraste. La basura se acumula y el olor a heces y orines no aparece por casualidad. Detrás de las mallas metálicas, que limitan los solares privados donde antaño se ubicaban buena parte de las casas, los asentamientos comparten terreno con los pocos residentes que resisten a los pies de la operación Chamartín. A ello se suma el comportamiento incívico de algunos taxistas y conductores de VTC, que esperan en la trasera de Rodríguez Jaén la llegada de clientes recién bajados del tren. Una ‘isla’ de insalubridad, en definitiva, enquistada por la sombra de una operación urbanística que nunca termina de cuajar. «La zona lleva años abandonada porque se supone que nos tienen que expropiar y después remodelar todo», advierten los vecinos, cansados de una excusa que ha malogrado este enclave de la antigua Villa de Chamartín de la Rosa. El calvario de Carlos y Blanca brotó de una herencia: una propiedad de 1929, de dos plantas y un pequeño patio, cercenada por la dejadez y el inquebrantable paso del tiempo. El problema de los desperdicios a las puertas de su casa, señalan los afectados, se sustenta en dos frentes: por un lado, el ‘efecto llamada’ («si en un punto hay basura, la gente no suele tener reparos en tirar la suya»); y por otro, la catalogación como zona verde del espacio existente entre la carretera y sus viviendas: «Los barrenderos no pasan por aquí y solo a base de reclamar conseguimos que vengan los de Parques y Jardines a desbrozar y limpiar». El pasado jueves llevaron a cabo la última actuación. Vista panorámica de la zona, con los solares usurpados debajo de los árboles - DE SAN BERNARDO La conversación no se detiene y Blanca recuerda a sus padres, ya fallecidos. «He tenido que salir con ellos en silla de ruedas por la arena», señala, consciente de aquella tortura cotidiana. Ella y su marido poseen un local en la parte de atrás. En 2012 optaron por montar un negocio, sin saber aún las dificultades burocráticas que encontrarían antes de ponerlo en marcha. «Tardamos seis meses en obtener una licencia provisional», prosigue Carlos. Ambos están convencidos de que esta y otras trabas, como el hecho de que Blanca no pueda dividir la herencia de las propiedades con su hermana, están relacionadas con la prolongada (al menos administrativamente) operación Chamartín. Loli tiene 80 años y dos nietos de 4 y 2, respectivamente. Vive en la casa contigua, de tres alturas y una entrada de hormigón que choca de frente con los coches estacionados y linda en los flancos con carriles de tierra intransitables para las ruedas diminutas de un carrito de bebé. La encrucijada es tal, que un día tuvo que pedir ayuda a un agente para poder sacar el carro por encima de un vehículo. «Ese policía me dijo que teníamos que pedir un paso de cebra», reconoce. Dicho y hecho: «Lo solicitamos, pero ya sabes, nos contestaron que si quieres arroz, Catalina». Blanca y Loli, dos de las vecinas afectadas - DE SAN BERNARDO Al evidente deterioro del cableado se añade el problema de la okupación, concentrado en tres de las parcelas, dos de ellas tomadas en su totalidad por las chabolas. En la restante, además de la quincalla acumulada en el suelo, los moradores, de origen rumano, han usurpado un chalé abandonado. La presencia de periodistas no es bienvenida. «Fuera de aquí. Si no os vais, salgo y os doy en la cabeza», grita en reiteradas ocasiones una mujer. La mayoría de estos ‘inquilinos’ se dedican a la mendicidad, según revelan los vecinos, lo que explica el aspecto fantasmal de los citados focos hasta bien entrada la tarde. Desde el Ayuntamiento explican a este periódico que el distrito de Chamartín pone en marcha cada 15 días un protocolo de actuación conjunta con Policía Municipal, el Servicio de Limpieza Urgente (Selur) y el Samur Social en relación a la treintena de asentamientos habituales que mantienen registrados. «En los alrededores de la estación de Chamartín, dado que existen numerosos solares sin edificar y espacios apartados al tráfico, es frecuente que se produzcan asentamientos con infraviviendas ilegales. Estas personas suelen declinar cualquier ayuda de la red de recursos municipales y habitualmente se niegan a abandonar las infraviviendas», añaden en el Consistorio. Basura acumulada en uno de los asentamientos - DE SAN BERNARDO El problema, en este caso, responde a que el suelo okupado no es de titularidad municipal. Cabe recordar que si los propietarios de los terrenos no actúan para recuperar estos espacios y mantenerlos en las debidas condiciones de limpieza y seguridad «como están obligados», el Ayuntamiento puede actuar con una autorización judicial, a través del Área de Gobierno de Desarrollo Urbano, procediendo a la demolición y saneamiento de la zona. Pero ninguno de los dueños afectados ha presentado denuncia. Atrapados en un callejón sin salida, los residentes de la calle de Manuel Ferrero observan con estupor la devaluación de sus propiedades. «Los pisos de la acera de enfrente han caído un montón porque nadie quiere asomarse a la ventana y ver los campamentos», argumentan. Con todo, la inseguridad del punto no ha aumentado en demasía. «La verdad es que no son conflictivos», remarcan, sin dejar por ello de pedir una solución urgente. La paradoja de esta singular ‘isla’ se acrecienta aún más al contemplar los chalés de lujo, algunos de reciente construcción, que afloran al otro lado de la calle de Mateo ’. Un Madrid de extremos... a dos pasos de la bulliciosa plaza de Castilla.

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