
Nada más volver de vacaciones, recién aterrizado en Los Ángeles, Pau Gasol se encontró en su taquilla del pabellón de entrenamiento de los Lakers una medalla de oro olímpica. La presencia del metal inquietó al español, que había sufrido semanas antes una de las derrotas más dolorosas de su carrera al caer ante Estados Unidos en la final de Pekín 2008. Miró entonces a su alrededor y vio a Kobe, que enseguida se dirigió a él. «¿Quieres seguir siendo un perdedor como hasta ahora?». Con aquellas palabras Bryant removió las entrañas de Gasol, cuya determinación por ganar el anillo fue aún mayor. Meses más tarde, ambos celebraban el título conseguido ante Boston. Alegría que repetirían un año después. Éxitos que forjaron una amistad eterna que ni siquiera la muerte repentina e inesperada de la leyenda estadounidense ha podido romper. Ayer, arropado por su familia y amigos, a Gasol solo le faltó un rostro entre los asistentes. No estaba a su lado Kobe Bryant, su 'hermano mayor'. El jugador que transformó a Pau y con el que compartió buena parte de su carrera profesional en la NBA. «Me hubiera gustado que Kobe estuviera aquí... pero así es la vida, muy injusta a veces. Le echamos mucho de menos. Él me enseñó a ser un mejor líder, un mejor competidor. En definitiva, me enseñó a ser un ganador. Le echamos mucho de menos, a él y a su hija Gigi», explicó Pau entre lágrimas. Fue, sin duda, el peor momento para él en una rueda de prensa muy emotiva. El malogrado jugador, fallecido en enero de 2020 en un accidente de helicóptero, estaba muy unido a Pau –«siempre le he considerado un hermano mayor», dijo ayer– y su muerte repentina le golpeó con fuerza. Ahora, la filososía de trabajo incansable que propugnaba Bryant continuará acompañando a Pau en un futuro profesional ligado a los despachos.
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