Mientras el mundo se había acostumbrado a las gradas vacías y las mascarillas, el Abierto de Australia 2021 presentó un panorama sorprendente: pistas llenas, sin distancia de seguridad y sonrisas visibles en los aficionados. Hubo peaje, es verdad, críticos los tenistas con las burbujas y las cuarentenas, pero Melbourne Park ofreció de nuevo un tenis sin ecos y con aplausos. Hubo peaje, sobre todo, para los australianos; Melbourne acaba de levantarse de un confinamiento de 263 días para frenar las cepas más virulentas, cerrada la ciudad a cal y canto en cuanto se producía un solo caso. De ahí que las autoridades quieran mantener esa imagen de normalidad que tanto les ha costado construir. No habrá excepciones: todo tenista que quiera participar en el Abierto de Australia 2022 deberá tener la pauta de vacunación completa, si bien se abre la posibilidad de cumplir con una cuarentena de dos semanas sin moverse de la habitación de turno. Una norma que reabre el debate y los escepticismos entre los integrantes de la ATP y la WTA, pues es el tenis uno de los deportes más reacios a los pinchazos. Como nombre propio, el de Novak Djokovic, que pone en duda su participación en el primer Grand Slam del año si tiene que pasar por la vacuna. «Estoy en contra de la vacunación. No me gustaría que nadie me obligase a vacunarme para poder viajar», sentenció en abril de 2020. «No revelaré si estoy vacunado. Es un asunto privado y una pregunta inapropiada. No quiero entrar en el juego que los medios están creando», indicó la semana pasada. Es el serbio el nombre destacado, por su condición de número 1 de la ATP y porque en Australia, donde ha triunfado en nueve ocasiones, tiene la oportunidad de desempatar en número de Grand Slams con Roger Federer y Rafael Nadal. Pero no es el único del circuito masculino, ni femenino, que muestra su contrariedad con respecto a las vacunas. La mayoría de los que se muestran reticentes lo hacen por dudas y miedos a las consecuencias. Daniil Medvedev o Alexander Zverev, por ejemplo, sin que haya trascendido si recibieron la dosis finalmente o no. El primero fue campeón del US Open 2021, en una paradoja en la que los espectadores que lo vieron ganar su primer Grand Slam debían estar vacunados para estar en la pista aplaudiendo su logro. Stefanos Tsitsipas admitió que solo se vacunaría si lo obligaban, aunque lo pensaría conforme pasaran los meses. Es la misma razón que esgrimieron Elina Svitolina y Aryna Sabalenka en abril: «Por ahora casi no tiene sentido hacer algo que ha sido probado con tan poco tiempo», señaló la primera. «Han creado las vacunas muy rápido, sin tiempo para probarlas y ver qué pasa. Si tengo que hacerlo… tengo que hacerlo, porque nuestra vida es un constante viaje. Pero ya veré», alegó la segunda. Andrey Rublev apeló a la tradición en su familia para rechazar de palabra recibir la dosis: «Si tengo la opción de elegir diré que no. Solo por sentimientos, no tengo ninguna vacuna desde que era niño». Al otro lado, vacunados y animando a sus compañeros, se posicionaron desde el principio Ashleigh Barty, Naomi Osaka, Rafael Nadal o Simona Halep: «Quería vacunarme. Vine con la mente abierta y estoy bien. Es por el bien de todos y por eso decidí hacerlo», escribió en las redes sociales con una foto suya en pleno pinchazo. Otras voces, como las de Victoria Azarenka o Andy Murray, han sido más tajantes e instan a las organizaciones pertinentes a mostrarse más firmes para que el circuito se vacune por completo y por obligación, como lo ha decretado la NBA. «Los vacunados tenemos ya más libertades que los no vacunados. Además, que haya tan pocos tenistas en el circuito que estén protegidos puede acarrear problemas», indicó el escocés. El pasado agosto, fuentes de la ATP y de la WTA indicaron que el circuito masculino estaba vacunado en un porcentaje un poco superior al 50% y el femenino no llegaba a esa mitad. Ninguna de las dos asociaciones han emitido ningún mensaje más estricto que el de la mera recomendación, a pesar de que el tenis es, sin duda, uno de los deportes con más movilidad, con miles de jugadores cambiando de pistas, de torneos, de país, de compañías... El torneo WTA de Charleston ofreció la opción de vacunarse para todas sus participantes. Muchos tenistas tuvieron su oportunidad hacer lo propio cuando fueron seleccionados por sus respectivos países para disputar los Juegos, pues el COI compró dosis para toda la familia olímpica, incluidos los periodistas desplazados, a los que sí se les obligó a tener la pauta completa. Sin excepciones De estos datos se desprende que tampoco los torneos han dictaminado la obligatoriedad de la vacunación para participar, como sí lo está haciendo ahora el Abierto de Australia. «Todos los visitantes en Australia deberán estar doblemente vacunados. Es una aplicación universal, no solo para los jugadores de tenis. No tengo un mensaje para Novak Djokovic; tengo un mensaje para todos los que deseen visitar Australia», indicó Alex Hawke, ministro de Inmigración australiano; «Estas normas se aplican a todos sin favoritismos. No importa si eres el número 1 del mundo o eres cualquier otra cosa», sentenció Greg Hunt, responsable de Sanidad. Uno de esos problemas es la de dar positivo por coronavirus y quedar eliminados de cualquier competición. Algo que sufrieron Johanna Konta o Daniel Evans, fuera de los Juegos. «La gente tiene opiniones diferentes y no es fácil, pero no creo que se estén sacando la vacuna de la parte trasera de un camión y si sirve para protegernos será bueno para todos. Hay algunas historias bastante desagradables de personas que no querían vacunarse o que son antivacunas y luego, lamentablemente, tuvieron algunas complicaciones y desearon haberlas tenido», dijo el británico.
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