
Mario Conde se convirtió en el enemigo público número 1 del Gobierno de Felipe González. El banquero había acumulado de forma fulgurante un gran poder económico y en el PSOE recelaban de sus intenciones. Estaba inyectando grandes cantidades de dinero en medios de comunicación y al Consejo de Ministros llegaban rumores sobre el cobro de comisiones en operaciones de Banesto. A principios de 1991 enraíza el temor a que llevara el banco a la ruina, y el Gobierno encarga en secreto a la agencia internacional Kroll investigar a Conde, su fortuna y sus conexiones: es el informe Crillón, uno de los secretos mejor guardados del felipismo, un misterio para la opinión pública, pero nada que se escape al conocimiento del...
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