Si Madrid recupera su ancestral espíritu abierto, acogedor, integrador y liberal, lejos del romo, tacaño, vengativo y guerracivilista en el que nos quieren instalar demasiados, alguien con humildad y altura de miras propondrá un reconocimiento público a Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez, autor del mayor salto que Madrid, capital y Comunidad, han dado en los últimos 25 años. Piensen en todo lo que hizo y hagan la lista. Se les acabará el papel porque hasta cuando fue ministro de Justicia y le tumbaron la necesaria nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal para que sean los fiscales los que instruyan y los jueces quienes juzguen y sentencien (España es ya el único país en el que todavía instruyen los jueces, merced a una norma decimonónica de 1882), que hubiera agilizado las causas al poder instruir más de un fiscal, y sin límite de ellos por arriba, según la complejidad del caso. Y, como le boicotearon la reforma y no sabía estar quieto, remodeló y amplió con rapidez y eficacia la sede de la Audiencia Nacional, con fachadas a la calle Génova y a la todavía hermosa plaza de la Villa de París. Pero no es momento de reivindicarle un homenaje, que lo pediré si ABC me sigue acogiendo en estas páginas. El Paseante en Cortes quiere centrarse hoy en la puerta giratoria instalada en la entrada principal del Ayuntamiento de Madrid, antiguo Palacio de Telecomunicaciones. Si Antonio Palacios Ramilo y Joaquín Otamendi Machimbarrena levantasen la cabeza, volverían a su tumba desolados; y si Ruiz-Gallardón volviese al sillón municipal para un fin de semana, la cambiaría en menos de horas veinticuatro. El proyecto de ejecución del adefesio se terminó en mayo de 2018 y el acta de inicio de las obras se firmó el 31 de enero de 2019, en tiempos del Consistorio de Manuela Carmena Castrillo. Uno de los muchos aciertos de Gallardón fue conseguir para la Casa de la Villa el imponente edificio neogótico. Costó dinero al contribuyente, firme voluntad política y constancia en las conversaciones entre las partes (Ayuntamiento y Ministerio de Hacienda), pero el esfuerzo mereció la pena. La sede del Ayuntamiento se estableció donde todos los que nos visitan la creen, y frente al símbolo de Madrid por excelencia: la Cibeles. Construido entre 1907 y 1919 con planos de los arquitectos Palacios y Otamendi para Central de Distribución de Correos, Telégrafos y Teléfonos, el inmueble fue uno de los primeros de arquitectura modernista y más representativa, con fachada de evocaciones neoplaterescas y barroco salmantino en piedra de Novelda, que el Paseante en Cortes contempla un día de invierno frio y luminoso, de esos de cielo velazqueño en los que se está bien sentado al sol. Y, además de recrearse con lo que se muestra a sus ojos, recuerda las reformas que se llevaron a cabo en 2007 para albergar las dependencias municipales, cuando el Consistorio se trasladó ese año desde la Casa de la Villa y Casa de Cisneros, en el barrio de Palacio (distrito de Centro), en pleno Madrid de los Austrias, donde residió desde 1692. Luego siguieron nuevas obras en el Palacio de Cibeles, que dieron lugar a la Galería de Cristal, que se extiende a través del antiguo Pasaje de Alarcón y Patio de Coches o Calle del Correo, y cuya cubierta, de quinientas toneladas de peso, fue realizada por la empresa alemana Schlaich Bergermann und Partner en el periodo 2008-2009; y el Salón de Plenos, inaugurado el 29 de noviembre de 2011 con la presencia del Rey Juan Carlos I y el alcalde Ruiz-Gallardón. Pues bien, para pasar al gran hall o vestíbulo central, al que se accede desde la entrada principal que da a la plaza de Cibeles, hay que hacerlo a través de una puerta giratoria de cristal y acero inoxidable en marcos y contrapuertas a modo de fraileros que supone un esperpento al personalísimo estilo historicista que Palacios y Otamendi confirieron a este soberbio edificio. Algún responsable municipal, con su alcalde José Luis Martínez-Almeida Navasqüés al frente, tiene que arreglar el desaguisado. El Paseante en Cortes y millones de amantes de la estética y la armonía se lo agradecerán. PD: ABC y el Paseante en Cortes agradecen al Canal de Isabel II que ya corra agua, cristalina y rumorosa, en la fuente de Juan de Ribera del Primer Depósito (Bravo Murillo, nº 49). Ha dejado de estar seca y triste, y es síntoma de sensibilidad y buen hacer de la empresa pública.
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