No hay nada menos original, a estas alturas de la pandemia, que decir que el Gobierno está desbordado. Y nada más cierto. Desbordado y solo. O más que solo: roto. Descuajeringado. Sánchez tiene tanto lío, dentro y fuera del consejo de ministros, que ya no sabe por dónde tirar. El lunes nos dijo: «Muchas cosas van a cambiar después de lo que estamos viviendo. Necesitaremos alcanzar acuerdos, alianzas y apoyos que hasta hace algunas semanas muchos se empeñaban en considerar inimaginables». Al oírlo, algunos creímos entender que estaba allanando el camino para una gran coalición a la alemana. Tenía sentido. El equilibrio interno entre PSOE y Podemos ya era insostenible. Pablo Iglesias acusaba a Nadia Calviño de actuar en nombre... Ver Más
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