martes, 31 de marzo de 2020

Sánchez busca una tregua y concede a Iglesias el altavoz de medidas sociales

Con el nuevo paquete de medidas económicas encima de la mesa y tras el endurecimiento del estado de alarma, el Gobierno intenta dejar atrás unos días convulsos que han servido para volver a abrir heridas internas. Pero también para granjearse el enfado de la clase empresarial, de los gobiernos regionales y de los partidos que no forman parte del Gobierno de coalición. Tanto la oposición como los aliados. Más pendiente de coserse internamente, el Gobierno ha dejado de lado los acuerdos con otros actores que, en algunos casos, son imprescindibles para aprobar las medidas excepcionales. La comunicación del Ejecutivo trató de hacer ayer un fino ejercicio de costura que presentase el bordado de una idílica coalición. Pero al zurcido se le vieron las costuras. Los vicepresidentes Pablo Iglesias y Nadia Calviño comparecieron juntos, con la portavoz María Jesús Montero entre ambos, que con su inoportuno traspiés refiriéndose a Iglesias como vicepresidente económico generó un segundo de ansiedad. Las diferencias entre ambos en la acción económica en general y en la respuesta a esta crisis en particular son palpables. Hay puntos comunes, evidentemente. Pero Iglesias no dudó en afirmar que intensificar las medidas de confinamiento es fundamental. El riesgo de un parón económico muy profundo aparece más relegado en sus preocupaciones, mientras resalta la efectividad del Estado a través de la Constitución, a la que ya no se refiere como candado como en su juventud política, sino como el mejor «escudo social» ante esta crisis. En sus intervenciones, Calviño se mostró muy ocupada en la necesidad de «apoyar» el tejido productivo que lastre la recuperación posterior. Hasta en dos ocasiones agradeció la labor de empresarios y autónomos. Y ya tiene en mente los planes de «reactivación e impulso» para una fase de recuperación «que esperemos lo antes posible». Dos lenguajes, un mismo Gobierno y unas medidas que todos deben defender. El protagonismo de Iglesias Pocas medidas de las que anunció Iglesias tienen que ver con sus escuetas competencias. Pero el paraguas de la «vicepresidencia social» todo lo cubre si es preciso. Y su condición de líder de Unidas Podemos (UP) le situó ahí, para ser la voz de unas propuestas económicas surgidas a la luz de una crisis sin precedentes por su inmediata traslación a la economía real. Situación que ha permitido a UP tener un protagonismo en la acción económica del Gobierno por encima de la su capacidad de gestión. Iglesias aprovechó su alocución para resaltar los ministerios de Consumo, Trabajo e Igualdad. De Universidades, claro, no puede decirse mucho. Erigiéndose así en el coordinador y líder de todos esos departamentos. Justamente lo que tanto había temido Pedro Sánchez cuando hasta el 10 de noviembre se negaba a la coalición de Gobierno. Las diputas de la coalición y esta crisis en si misma han cambiado la relación de los socios. Aunque la prioridad es evitar desgarros traumáticos en forma de dimisión. Como los rumores al respecto que rodean a Nadia Calviño y que importantes ministros socialistas definen como «exagerados». Sin negar con ello las fuertes discrepancias. El sistema de filtrado de la Secretaría de Estado de Comunicación impidió que en la rueda de prensa de ayer hubiese preguntas sobre las diferencias entre Iglesias y Calviño. Desde los ministerios controlados por el PSOE justificaban ayer la presencia de Iglesias en rueda de prensa. «Hay que dejar espacio a Iglesias, tienen que vender algo», apuntan fuentes gubernamentales que constatan que, en base a sus competencias reales, la posibilidad de Iglesias de vender gestión es muy escasa. En el mando único que se estableció con el decreto del estado de alarma solo hay nombres de ministros socialistas más el del propio presidente del Gobierno. Por ello, frente a esa falta de competencias, consideran que Sánchez le concede pequeños minutos de gloria. Además de que UP sabe utilizar su influencia y peso en el Gobierno para introducir sus medidas en los debates. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, e Iglesias se han impuesto en varias ocasiones al criterio de Calviño en las últimas dos semanas. Minutos antes de la rueda de prensa, desde UP se encargaron de explicar a los medios de comunicación qué medidas sociales serían presentadas por Iglesias. Confirmando una realidad que ya vislumbran varios ministros socialistas y es que «se venden muy bien» y logran dar mucha publicidad a las medidas que les corresponden «y a las que no les corresponden», añade un miembro del Consejo de Ministros que además asegura que esa «visión» se traslada también al campo de las discrepancias. Y recuerda que «en tres meses han salido de ellos y de sus filtraciones duras críticas a dos vicepresidentas y otros dos ministros». Recuperación progresiva Los días que restan hasta el 12 de abril van a ser días cruciales. La portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, aseguró ayer que la vuelta a la normalidad será «de forma progresiva», pero no quiso comprometer un calendario ni confirmar todavía la prórroga del estado de alarma. En estos momentos entramos en los días de las medidas más drásticas. Y en menos de dos semanas termina el plazo legal del estado de alarma. El Gobierno da muestras ya de tener claro que ese estadio excepcional deberá ser prolongado. Pero quieren esperar en qué condiciones se afrontaría la segunda quincena de abril. La ministra portavoz defendió que «caminamos en la buena dirección» en lo que se refiere a la estabilización de la curva de contagios. En este punto ha dicho que en unos días podrán tener «más capacidad de predecir» el escenario siguiente al actual. Pero sí volvió a insistir en la idea de ir retirando medidas progresivamente para que las ya adoptadas «no pierdan efectividad». Se piensa el escenario subsiguiente cuando el actual se ha complicado. Ayer Iglesias habló de «tender la mano» a la oposición y tanto él como la portavoz Montero aseguraron que se han podido cometer errores. La portavoz lo justificó por la falta de tiempo y dijo que se consultará con los grupos cuando tenga que votarse en el Congreso. Pero advirtió al PP de que sería «incoherente» que no apoyasen los últimos reales decretos.

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