sábado, 28 de marzo de 2020

Los claroscuros del Gobierno regional en su guerra total contra el Covid-19

El 25 de febrero, martes, la Comunidad de Madrid reconocía su primer paciente con coronavirus: un joven de 24 años qu acababa de volver de un viaje por el norte de Italia. Hoy está curado. Fue el inicio de la pesadilla que, de momento, se ha llevado por delante la normalidad ciudadana, la economía madrileña y, lo que es más importante, la vida de 2.757 personas, a las que hay que unir las 21.520 infectadas en hospitales y, al menos, otras 50.000 que están siendo controladas en sus domicilios por sospecha de contagio. Enfrentarse a esta pandemia ha sido un reto que el Gobierno regional ha asumido con mucha voluntad, muchísimo trabajo, aciertos y también fallos, desencuentros, tropezones y zancadillas. El confinamiento: cierre de colegios y comercios Ya el 9 de marzo, seis días antes de que se decretara el estado de alarma, Isabel Díaz Ayuso anunciaba el cierre de la actividad escolar en Madrid. La presidenta madrileña tomaba las riendas de la situación frente a un Gobierno Central que comenzó yendo varios pasos por detrás. El Ejecutivo autonómico cerró los centros de ocio de mayores, restringió hasta suspenderlas las visitas a residencias de la tercera edad, y recomendó a las empresas que optaran por el teletrabajo. También clausuró espectáculos y eventos públicos de más de 1.000 asistentes, y limitó a un tercio el aforo de los que estaban por debajo de esta cifra: ni cines, ni teatros. Ni polideportivos y gimnasios. Madrid ordenó también esa misma semana el cierre de todos los comercios, salvo kioscos, farmacias y su permercados ytiendas de alimentación. Le discutió al presidente Pedro Sánchez que abrieran las peluquerías: «Prefiero mayores con la cabeza sucia que contagiados». Un pulso que ganó: las peluquerías también cerraron. Las medidas de refuerzo sanitario Los responsables políticos madrileños conocían la gigantesca presión que se iba a producir sobre el sistema sanitario, e intentaron adelantarse con todo tipo de medidas: el 12 de marzo anunciaron un plan de choque con la puesta en marcha de hoteles medicalizados –ya hay once funcionando– y la medicalización de residencias de ancianos, algo que lamentablemente no ocurrió, con los trágicos resultados que luego se han conocido. Madrid se fijó un objetivo: conseguir mil camas UCI para la oleada de enfermos críticos que se avecinaba. En paralelo, fue tomando medidas para reforzar plantillas escasas de por sí tras los años duros de los recortes, y aún más debilitadas por la avalancha de pacientes y las bajas que el Covid-19 causa también entre el personal sanitario –infraprotegido por falta de medios–. Pero la gran infraestructura de refuerzo ha sido el macro hospital de Ifema, un centro con 5.500 camas que se ha levantado en tres pabellones de Ifema. Comenzó a montarse el 21 de marzo, y 18 horas después ya tenía a 66 pacientes ingresados. También ha habido que pensar en los fallecidos, que sextuplicaban su cifra habitual, desbordando funerarias y crematorios. Ha habido que improvisar una morgue en el Palacio de Hielo, y el Gobierno regional ya está preparando una segunda, en el edificio del Campus de la Justicia diseñado para ser Instituto de Medicina Legal, y que no se ha utilizado desde que se construyó hace 14 años. Ayuda a los ciudadanos Durante las semanas de confinamiento, los problemas del día a día se han ido acumulando. El Ejecutivo regional ha ido improvisando soluciones a medida que surgían las situaciones. Así, para los escolares con beca de comedor de las familias más vulnerables, 11.500, ideó un sistema de menús que los pequeños reciben en establecimientos de Telepizza, Rodilla y Viena Capellanes. Una medida muy polémica y combatida por quienes les acusaban de proporcionarles «comida basura». El Gabinete de la Real Casa de Correos ha aprobado además ayudas directas a autónomos, rebajas en alquileres sociales; ha autorizado que las bajas las tramiten los médicos del centro de salud por teléfono; y hasta ha aprobado una moratoria en el pago de los impuestos regionales, de la que calculan que se beneficiarán unos 30.000 madrileños, con un ahorro de 170 millones de euros. También se ha puesto en marcha un teléfono gratuito para atender a quienes se descubran síntomas compatibles con el coronavirus: el 900 102 112. Teléfono que ha estado permanentemente bloqueado, pese a haber multiplicado por cuatro los operarios que lo atienden. Una página web y una app nacieron posteriomente en un intento por descongestionarlo. Ambos ofrecen un auto-test para saber si tienes Covid-19 que ya se habían hecho, en la primera semana de funcionamiento, 250.000 personas. Residencias de mayores: la debilidad extrema El eslabón más débil de la cadena han resultado ser las residencias de mayores. Instalaciones asistenciales, como recuerda el consejero del ramo, Alberto Reyero, donde suele existir un servicio médico para la atención de los problemas diarios de los residentes, pero que no son un hospital. En aquellas en que ha entrado el virus, las consecuencias han sido catastróficas: personal muy mermado por los contagios y sin la adecuada protección se ha visto impotente para hacer frente a la extensión de la enfermedad, que hacía caer como moscas a personas que eran población diana. Hasta la fecha, es imposible conocer el número de fallecidos por esta causa en las residencias; el único dato conocido apunta a 1.065 muertos en lo que va de marzo, pero no cuántos lo fueron por el Covid-19. Ahora se promete de nuevo su medicalización, en un plan de choque que incluye la colaboración de Bomberos y Protección Civil, y que crea un mando único en manos del consejero de Sanidad. La otra batalla: combatir a Sánchez Díaz Ayuso lleva semanas mostrándose como el escaparate de otra forma de gestionar. Yse ha enfrentado con el presidente Pedro Sánchez – «siempre desde la lealtad institucional», recuerda su equipo– por el material de protección que no llega. Ayuso ha pedido por carta al presidente mascarillas y otros productos, le ha emplazado a que no bloquee sus pedidos, y ha negado haber recibido el material que el Ministerio de Sanidad asegura que le entregó. Los que tampoco han llegado, hasta la fecha, son los dos aviones que prometió para inicios de la semana que ahora acaba. El Gobierno de Madrid aprobó una partida de 23 millones de euros para comprar material. Hoy, en la conferencia de presidentes autonómicos que celebrará Pedro Sánchez, es probable que Díaz Ayuso le plantee sus dudas sobre la suspensión de los despidos, una opción muy mal valorada por los empresarios y que la presidenta madrileña considera contraproducente. Desencuentros domésticos El Gobierno regional sigue siendo una coalición de PP y Cs, aunque la mitad popular haya conseguido «invisibilizar» a la mitad naranja durante esta crisis. Algo que no ha ocurrido, o no tan tajantemente, en el Ayuntamiento entre Almeida y Villacís. La profundidad de la herida abierta se calibrará cuando la vida vuelva a la normalidad.

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