lunes, 30 de marzo de 2020

Un ERTE que escenifica el divorcio

Vive instalado el Barcelona en una vorágine de autodestrucción que convierte en intrascendente cualquier momento de la temporada. Da igual si se ganan títulos, si el presupuesto bate registros positivos, si los mejores jugadores del mundo defienden su camiseta en todas las secciones o si la competición se paraliza por las medidas gubernamentales para frenar la expansión del Covid-19. El club siempre encuentra una excusa para dispararse en el pie y evidenciar el divorcio existente y cada vez más irreconducible entre la directiva y el vestuario. La crisis del coronavirus ha sido la última palanca con la que agrandar la brecha entre el césped y la planta noble. Un malestar generado por la decisión de la entidad de aplicar un ERTE que también ha salpicado al primer equipo de baloncesto. El Barcelona no ha dudado en telegrafiar las negociaciones como medida de presión para que todos los deportistas profesionales aceptaran rebajarse un 70 por ciento el salario mientras durara el estado de alarma. Álex Abrines ya denunció la semana pasada maniobras que no gustaron al equipo de Pesic. «No sé quién filtra cosas que solo se han hablado por un grupo de whatsapp de jugadores y respectivos jefes del club... pero la única razón que veo es que queráis destrozar al equipo. No lo conseguiréis o sí, y os quedaréis sin equipo», publicó el escolta en un claro mensaje hacia la directiva. Pau Ribas se le sumaba: «Aquí no son bienvenidas las filtraciones ni manipulaciones que pretenden romper vestuarios. ¡Estamos juntos en esto durante estos momentos complicados para todos!». La relación, lejos de suavizarse, se ha recrudecido más aún después del comunicado oficial del club en el que se anunciaba que «los integrantes de todos los deportes profesionales y la mayoría de los del equipo de baloncesto han llegado a un acuerdo para la reducción de sus salarios». Un mensaje que desde el Palau Blaugrana se interpreta como un castigo para aquellos jugadores que aún están valorando la situación y a los que el club coloca a los pies de los caballos de la opinión pública reconociendo abiertamente su negativa a solidarizarse con el resto de trabajadores de la entidad. No obstante, la reacción más contundente y que escenifica el divorcio del vestuario del primer equipo de fútbol con Bartomeu y sus directivos, la ha comandado Leo Messi con un comunicado demoledor en el que acusa directamente a los dirigentes del club de presionarles. Al igual que hiciera cuando Abidal culpó a la plantilla de la destitución de Valverde, el argentino ha salido a la palestra ondeando una respuesta consensuada con sus compañeros y que éstos publicaron en las redes sociales con posterioridad. «Somos los primeros que siempre hemos ayudado al club cuando se nos ha pedido. Incluso muchas veces lo hemos hecho también por iniciativa propia, en otros momentos que lo creímos necesario o importante», explica el argentino, que añade: «Por ello, no deja de sorprendernos que desde dentro del club hubiera quien tratara de ponernos bajo la lupa e intentara sumarnos presión para hacer algo que nosotros siempre tuvimos claro que haríamos. De hecho, si el acuerdo se ha demorado unos días es simplemente porque estábamos buscando una fórmula para ayudar al club y también a sus trabajadores en estos momentos tan difíciles». Otra aportación solidaria En este sentido, Messi argumentó que más allá de rebajarse el 70 por ciento solicitado por el club, «vamos a hacer unas aportaciones también para que los empleados del club puedan cobrar el cien por cien de su sueldo mientras dura esta situación». El rosarino quiso esclarecer que «si no hablamos hasta ahora fue porque lo prioritario para nosotros era encontrar soluciones que fueran reales para ayudar al club, pero también a los que más perjudicados se iban a ver ante esta situación». Este nuevo enfrentamiento se suma al rosario de varapalos con el que el vestuario ha criticado la gestión deportiva esta temporada. Los capitanes no han dudado en criticar la planificación, varios jugadores se han mostrado molestos por verse en trueques durante el mercado y los sucesos extradeportivos no han cesado de enturbiar el entorno del vestuario.

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