domingo, 29 de marzo de 2020

La disculpa

Teníamos un enemigo común que se llamaba Covid-19 y parecía que las guerras intestinas de este país se desdibujaban ante el apasionante reto de combatirlo. Apenas diez días ha durado la ilusión y la confrontación ha vuelto a campar a sus anchas. Los aplausos y las caceroladas se han convertido en el escenario al que asomar nuestro posicionamiento no frente al coronavirus sino frente al vecino, al gobierno de turno y a Mango o a Zara dependiendo de nuestro gusto por la moda. Los mensajes de Whatssap han pasado de los vídeos emocionales contando lo poco que iba a durar todo esto al «tú eres un mentiroso y tú un ladrón». Parece que la gente pensara que hay políticos calculando en su madriguera cómo exterminar ancianos o despedirnos a todos. Las portadas de los medios parecen asomarse a mundos distintos en los que hay santos y villanos adscritos a la misma fotografía salpimentada con el «comunicado por escrito» de vete tú a saber qué organización o asociación que refrende la tesis elegida conforme a su financiador principal. El liderazgo o, mejor dicho, la ausencia de él está ahí. Los políticos, los medios de comunicación y las organizaciones profesionales han renunciado a esa función con la mera disculpa de que es más fácil criticar lo que hacen los demás que tirar del carro y asumir riesgos aunque te equivoques. Un líder lo es al superar la adversidad no porque la misma no se presente o la gente no critique su actuación. La lealtad se logra o se ofrece pero no se pide, lo contrario es sumisión. Lo negaremos pero siempre fue mucho más gratificante poner a parir al vecino que mirar lo que teníamos en casa. Lo estamos haciendo mal todos; los gobiernos confunden la lealtad con la adhesión, la oposición confunde el drama con una oportunidad, los periodistas mezclando información con pan y circo y los ciudadanos conformándonos con luchar contra el virus tirando por la ventana lo que llevábamos tiempo guardando en los altillos. El virus se tiene que estar partiendo de risa de nosotros y no porque cuando esto termine vayamos a pedir responsabilidades a quien corresponda sino porque hoy mismo ya ninguno tenemos responsabilidad, nadie.

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