Tras encontrarse al borde de la extinción a principios del siglo pasado en su último reducto de la Sierra de Gredos, la creación por parte de Alfonso XIII de un Coto Real, todo un hito en la conservación en nuestro país, hace que la cabra hispánica, en pocas décadas, se recuperara y se extendiera por otras zonas peninsulares. Hoy se calcula que hay unas 50.000 cabras repartidas en 27 núcleos de población. La caza irracional la llevó al límite y desde el entorno cinegético llegó su salvación. La cabra montés está considerada una especie de montaña de gran interés cinegético, pero ¿es realmente una especie de montaña? Su distribución actual la sitúa en altitudes que, si bien pueden ser de más de 2.500 metros, también puede encontrarse al nivel del mar. Es muy posible que la presión a la que se vio sometida durante mucho tiempo la empujara a las alturas. Lo que sí parece claro es que necesita un terreno rocoso, independientemente de que este se encuentre a mayor o menor altura, lo que amplía sus posibilidades de establecerse en nuevos territorios. En este sentido, la cabra es muy adaptable. Por ejemplo, contrariamente a lo que suele pensarse acerca de su supuesta selectividad alimenticia, la cabra no hace ascos a muchos vegetales y es la especie que mejor ha evolucionado para digerir la celulosa, así que de cualquier planta saca provecho. Por estos motivos sus traslocaciones han prosperado... muchas veces en exceso. El control es necesario La expansión de una especie como la cabra es, sin duda, para felicitarse, aunque no cabe duda de que un control de sus poblaciones es necesario. Hoy, por ejemplo, en la Sierra de Guadarrama, uno de sus feudos, existen 210 endemismos ibéricos vegetales, incluidos seis propios de esta formación montañosa, que están a expensas del apetito caprino. Los recursos de la naturaleza para solucionar el problema son variados; y sequías, hambrunas o enfermedades, como el brote de sarna que recientemente ha diezmado los efectivos de cabra de la Sierra de Grazalema, frenan sus carreras demográficas. En Gredos, el control poblacional ha llegado hace no mucho en forma de lobo; y más de 150 cabras, ejemplares sanos y adultos, les han servido de condumio. Se han propuesto sistemas de captura para repoblar otras zonas y evitar así su caza; algo que, además de caro, no soluciona el exceso de población y ha generado otros problemas graves, como la pérdida de la condición de endemismo ibérico de la cabra, al venderse a Francia en 2014 un centenar de ellas. Este tipo de actuaciones de nuestros responsables dan idea de su desprecio por el método más eficaz de gestión: la caza ordenada, selectiva y sostenible de ejemplares, que además puede ser una importante fuente de ingresos –por una cabra llega a pagarse varias decenas de miles de euros–. Un auténtico despropósito no tenerlo en cuenta.
De Deportes https://ift.tt/2wn3DK5
0 comentarios:
Publicar un comentario