miércoles, 4 de marzo de 2020

Madrid, a la cabeza de los secuestros virtuales: «Paga 10.000 euros o violamos a tu hija»

«Páganos 10.000 euros o violamos a tu hija, la matamos y la hacemos desaparecer». Esta amenaza y otras de similar índole se repitieron al menos 130 veces el año pasado, la mayor parte de ellas en Madrid, según las cifras oficiales. Son los secuestros virtuales y nuestra región, a tenor de estos y los últimos datos, puede considerarse que está a la cabeza de estos delitos. Ayer mismo, la Policía Nacional informaba de la detención en Chile de una mujer que se encargaba de «cobrar» en estos falsos secuestros. En lo que va de año, Alcorcón se ha convertido en el epicentro de esta actividad. Fuentes de la Sección de Secuestros y Extorsiones de la UDEV Central informan a ABC de que, desde que arrancó 2020, existen 35 de estos hechos conocidos, «la mayor parte en Madrid». Las variables que lo explican son varias: «Los autores llaman a teléfonos fijos con un prefijo, si ven que les funciona, van repitiéndolo con números consecutivos...», afirman los investigadores. «Las llamadas se están centrando en Alcorcón; otros años ha ocurrido en Alcobendas o en Pozuelo de Alarcón, es un poco al azar. Una vez han engañado a la víctima, tratan de que les den su número móvil, vuelven a llamarles y exigen un envío de dinero desde un locutorio o una oficina de Correos. Así es en el 99% de los casos», explican en la Policía Nacional. En el contacto telefónico, los falsos secuestradores «utilizan mucha violencia verbal». Se las apañan para conseguir, en plena consternación, datos de sus víctimas. Por ejemplo: «Tenemos a su hija. Queremos dinero o la cortamos a trozos». Y simulan una voz femenina al otro lado de la línea que llora o pide ayuda. La madre, muy nerviosa, exclama: «¡Ana! ¿Eres tú?», y así consiguen el nombre de la supuesta persona retenida. Una técnica de lo más prosaica, pero que puede surtir efecto en muchas ocasiones; en otras, no. Es más, este delito es tan arbitrario que se dan casos en los que los malhechores telefonean a una sucursal de la Seguridad Social o a una carnicería, con lo que siguen y siguen probando con otros números. Hasta que dan con su presa. Si la persona en cuestión pica el anzuelo (porque su familiar no viva con ellos o en ese momento esté fuera de casa), se presentan así: «Somos un grupo criminal suramericano dedicado a los secuestros. A cambio de no matar a su hija o cortarle la mano, le exigimos que nos pague». «Modus operandi» La cifra de partida suelen ser los 10.000 euros, aunque si la víctima no los tiene (en la mayoría de los casos), van bajando la cifra. «Hay personas que apenas poseen 400 euros en la casa y les exigen que vayan a un cajero automático y saquen todo lo que tienen», añaden nuestros informantes. Luego, les indican un locutorio u oficina de Correos para que realicen un giro nominal. Les ofrecen un nombre y la ciudad donde hacer el ingreso del efectivo, y que les envíen el código que la empresa (Western Union, Money Graham...) les da del encargo. Lo más llamativo es que quienes organizan estos secuestros virtuales son, en casi todos los casos, delincuentes en prisión, que empezaron normalmente con robos con violencia callejeros y terminaron perpetrando asesinatos, secuestros o extorsiones en Chile. No en vano, en un solo año, las autoridades penitenciarias de ese país se incautaron de 57.000 teléfonos móviles en los penales. Cuentan con una persona del exterior que es quien se encarga de cobrar el botín y que se lo entrega a un familiar o persona cercana del reo, o se lo da en mano en una visita a la cárcel, a cambio de una pequeña comisión. Campaña de «verano» En los últimos meses se ha percibido un repunte de estos delitos en Madrid, sobre todo, porque coincide con el final de la época estival en Chile: «Necesitan más dinero para vacaciones y gastos. En diciembre también sube la casuística, por la Navidad», explican desde la Sección de Secuestros y Extorsiones de la UDEV Central de la Policía Nacional. La práctica comenzó hace justo un lustro, en febrero de 2015, cuando se produjeron hasta mil casos, muchas veces, incluso diez al día. De los 130 registrados en 2019, cinco acabaron en pagos. En lo que va de año, estos chilenos se han embolsado 5.800 euros y la Policía ha recuperado 1.600. No existe un perfil concreto de las víctimas, ya que, como decimos, las eligen al azar, «y el miedo no tiene perfil». En cuanto a los falsos secuestradores, apenas existen un par de casos de teléfonos españoles. La Policía española está coordinada con la de Investigaciones de Chile. Nuestros agentes les pasan información y datos para que allí puedan localizar a quien recibe el cobro: «Trabajamos para tratarlo como crimen organizado. Es muy difícil determinar cuántas bandas hay operando de esta manera. Pero eligen España e Iberoamérica por la cuestión idiomática».

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