miércoles, 4 de marzo de 2020

Con la «mano derecha» de Evo Morales, sí; con Guaidó, no

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, compartió ayer charla, con escrache incluido, en la Universidad Complutense con la «mano derecha» de Evo Morales en Bolivia, Álvaro García Linera. El exvicepresidente boliviano lleva dos días en Madrid y el recibimiento del que ha gozado por parte del Gobierno dista bastante del recibido por el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó: el primero ha gozado de un evento público junto al vicepresidente, mientras que el segundo tuvo que conformarse con una audiencia con la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. «No os imagináis el enorme honor que es compartir mesa con Álvaro García Linera», subrayó ayer Iglesias, que calificó al exvicepresidente de Bolivia como «uno de los intelectuales más brillantes de América Latina». Más parco en elogios se mostró el líder de Podemos cuando tuvo que definir a Guaidó, de quien únicamente dijo que «es un dirigente importante de la oposición» venezolana. De hecho, en la gira del presidente encargado de Venezuela, España se desmarcó de la línea establecida por otros países de nuestro entorno. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue el único que no recibió a Guaidó. Sí mantuvo audiencia, por el contrario, con personalidades de la talla de Enmanuel Macron, presidente francés, con la canciller alemana, Angela Merkel, o con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Clima complicado El equilibrio de fuerzas en el Gobierno de coalición no se antoja fácil, al menos en virtud de las muestras de desgaste que ambos partidos han aireado en apenas dos meses. La cordialidad inicial y las fotos sonrientes en jornadas camperas han dejado paso a desautorizaciones públicas. Por ejemplo, cuando la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, tuvo que calmar a su homólogo marroquí, Nasser Bourita, después de una reunión entre el secretario de Estado de Asuntos Sociales -Nacho Álvarez, de Podemos- y una líder saharaui. No gustó este gesto al reino aluí, inmerso con España, además, en pleno pulso por las aguas territoriales. Este caso puso de manifiesto otro problema que se le abre a Podemos en esta nueva etapa: sus representantes, especialmente los que forman parte del Gobierno, ya no tienen la misma libertad que antes para exponer sus reivindicaciones clásicas -el apoyo a la causa saharaui o los estrechos vínculos con dirigentes como García Linera son dos ejemplos- si el guion definido por Moncloa así lo exige. Está por ver las consecuencias diplomáticas del caluroso recibimiento del vicepresidente Iglesias a García Linera, que se produce justo cuando España y Bolivia intentan reconducir sus maltrechas relaciones, dañadas después del incidente de la embajada de México en La Paz. Este episodio se saldó con la expulsión de varios integrantes de ambas delegaciones diplomáticas en el país contrario.

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