lunes, 4 de noviembre de 2019

Asesinado a golpes y cuchilladas en su tienda de decoración de Latina

Se llamaba Fernando López, tenía 62 años y desde hacía unos 15 años regentaba un pequeño negocio en el distrito de Latina. Ayer salió de su domicilio de Móstoles hacia su comercio: Tapifer Decoración, situado en el número 122 del paseo de Extremadura. Lo primero que hizo, tal y como tenía por costumbre, fue barrer la puerta del local que tenía alquilado. «La tenía como una patena. No quería que entrara ninguna hoja», explicaba su tocayo y amigo Fernando Contreras, dueño del establecimiento de muebles situado justo enfrente. A mediodía, una clienta entró con su hija a Tapifer y halló el cuerpo sin vida de López. Estaba ensangrentado tendido en el suelo. De inmediato, dio la voz de alerta al 112. Los sanitarios del Samur solo pudieron certificar su fallecimiento. La Policía Nacional comprobó que la víctima tenía lesiones en la cabeza, provocadas, presumiblemente, por los golpes asestados con un objeto contundente, además de varias cuchilladas en la espalda. La autopsia determinará qué le causó la muerte. Abiertas todas las hipótesis La tienda no estaba revuelta y no se echó nada en falta a simple vista. Por ello, todas las hipótesis permanecen abiertas, precisaron ayer fuentes de la investigación. La consternación se adueñó del barrio. «¿Por qué le habrán matado? ¿Cómo se puede asesinar a alguien así? Es increíble. En una tienda de barrio de cortinas, visillos y estores no hay efectivo apenas en la caja, la gente paga con tarjeta», reflexionaban los conocidos del barrio. «Que sea un robo es muy raro, a no ser que hubiera cobrado algo o sacado dinero del banco. Es muy extraño. Y él no se hubiera resistido», eran otras de las conjeturas que se hacían Tina y José en el bar Los Candas que frecuentaba a diario el fallecido antes de abrir. «Un amigo de mi hijo vio salir corriendo a dos encapuchados», decía Conchi. En un bar, Jesús explicaba que un cliente relató que había el observó solo a un chico. López, que tenía dos hijos y un nieto, estaba deseando jubilarse, explicaba su tocayo. «Me da rabia no haber visto ni oído nada. Yo vi una ambulancia y pensé: a alguien le ha dado un infarto», concluyó, apesadumbrado. El lugar permaneció acordonado hasta última hora de la tarde. En los corrillos, la gente se seguía preguntando: «¿Quién y por qué habrá matado a Fernando?».

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