viernes, 29 de noviembre de 2019

La tortuosa adaptación de Griezmann al coto de Messi

Antoine Griezmann centrará toda la atención de la previa del partido que mañana disputan Atlético de Madrid y Barcelona. Adorado como uno de los símbolos de la mejor época del «cholismo», regresa al Wanda Metropolitano con la vitola de traidor que la afición rojiblanca le ha colgado tras su decisión de bajarse del barco atlético para marcharse al Camp Nou pagando su cláusula de rescisión. Pero si la grada colchonera le despidió destrozando la placa que adorna con su nombre el Paseo de Leyendas del Metropolitano, el recibimiento que ha tenido en el vestuario de la Ciudad Condal no apacigua el sinsabor. Cinco largos meses le ha costado empezar a ganarse la confianza de las estrellas azulgranas, encabezadas por un Leo Messi que ha visto en la llegada del francés la cortapisa para impedir que desembarcase su íntimo amigo Neymar Júnior. Si el año pasado le esperaban con los brazos abiertos y dispuestos a facilitarle la transición, su desplante en el último instante, narrado en un documental producido por Piqué, le cerró las puertas de un vestuario dolido y ofendido. «Aún no entiendo los movimientos de Messi, Suárez y Dembélé. Me falta confianza para pasar o para tirar a puerta», reconoció hace poco, aunque el día de su presentación se las prometía muy felices cuando explicó la manera que tenía de congraciarse con la afición («si hay que pedir perdón será en el campo que es donde mejor hablo») y con Messi («con asistencias podemos arreglarlo todo»). No obstante, su puesta de largo a puerta cerrada ya daba pistas de lo complicado que sería engarzar su encaje con la grada y con el equipo. Bajo rendimiento Habitualmente en el fútbol, la calidad y el coste, aunque tienen incidencia, no aseguran un rendimiento inmediato. Los 120 millones de euros abonados por Griezmann no se han traducido en goles, asistencias ni en una creciente ilusión en la grada azulgrana, que no acaba de ver el encaje del galo en el sistema del equipo. Precisamente, este es uno de los quebraderos de cabeza de Ernesto Valverde, empeñado en hacerle jugar por la izquierda. «Hay un míster, una táctica y ya está», se muerde la lengua el futbolista, que preferiría jugar por la otra banda. «No conozco la cabeza de Griezmann pero creo que los grandes jugadores deben saber superar cualquier tipo de presión», le defendía recientemente Quique Estebaranz, que ha militado en Barcelona y Atlético de Madrid. De todas formas, las posibilidades de triunfar en el equipo azulgrana pasan por el entendimiento con Messi, capaz de realzar a futbolistas con los que empatiza (Neymar, Luis Suárez o Ansu Fati, como ejemplos recientes) o ignorar a los que considera que no son dignos de compartir cartel con él (Bojan, Villa, o Alexis Sánchez). Griezmann daba las claves de las causas por las que le costaba conectar con el rosarino. «No es una persona que hablé mucho y yo tampoco. Es difícil, pero ya he cebado algún mate y estamos en la buena dirección. Muchas veces ha estado lesionado y así es complicado aprender y mejorar esta conexión», reconoció el francés, que sigue pidiendo tiempo para progresar y adaptarse a un sistema de juego muy diferente al que estaba acostumbrado. Su entorno ya le advirtió del riesgo que corría fichando por el club azulgrana. «Con el Atlético puedes entrar en la historia, en el Barcelona serás uno más siempre», le avisó su esposa, Erika Choperena. Yde momento se están cumpliendo sus predicciones. Incluso Martín Lasarte, entrenador que le hizo debutar en la Real Sociedad, admitía que «le veo triste, algo está mal». Y le daba un consejo sobre su nueva posición, cuestión que está generando debate en el barcelonismo: «Antoine debe tomarse un poco de tiempo para reajustar esta posición, conoce los conceptos básicos de esta función, pero no me parece cómodo en este papel». El partido del paso miércoles ante el Dortmund pudo ser el punto de inflexión que necesitaba el francés. Anotó el tridente y el tanto de Griezmann llegó tras una asistencia de Messi, que le buscó y posteriormente le abrazó. Empieza a sentarse el galo a la mesa del rosarino. La lesión de Dembélé (10 semanas de baja) le regalará a Griezmann una prolongada titularidad.

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