miércoles, 27 de noviembre de 2019

Fin a una misión sin portaaviones

Tras 232 días de misión, 189 de ellos en la mar, los 250 marinos de la fragata Méndez Núñez (F-104) concluyen hoy su misión más imprevista con la llegada a la base de Ferrol. En el Arsenal Militar, junto a sus familiares, les recibirá la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien ha querido estar presente en la recepción oficial de la fragata a la que ordenó cambiar de planes el 14 de mayo por la tensión entre EE.UU. e Irán en el estrecho de Ormuz: pasaron de escoltar el portaaviones estadounidense Abraham Lincoln a dar una vuelta al mundo. La decisión no sentó bien en un Pentágono que no quiso mostrar en público su malestar. Dentro de la propia Armada, por parte de alguna fuente no oficial, fue calificada de «precipitada» en conversaciones estrictamente privadas. «La situación en la zona se deterioró considerablemente durante los meses de mayo y junio. Se produjo el derribo de una aeronave no tripulada estadounidense, así como incidentes con mercantes en el estrecho de Ormuz y fondeadero de Fujairah», explica a ABC el oficial al mando de la Méndez Núñez, el capitán de fragata Antonio González del Tánago, quien ha cumplido con éxito el nuevo cometido asignado. Tras un periodo de cavilaciones en el Paseo de la Castellana 109, dos meses en el que poco se supo del buque de manera oficial, finalmente les fue encomendada una vuelta al mundo en la que deberían llevar a cabo acciones de diplomacia de defensa y de apoyo a la industria nacional en el sudeste asiático. ¿El resultado? 50.000 millas náuticas (92.600 km.) navegadas y visitas a los puertos de Bombay y Mormugao (India); Mascate y Salalah (Omán); Yibuti; Klang (Malasia); Laem Chabang (Tailandia); Yakarta (Indonesia); Manila (Filipinas) -donde rindió homenaje a los «Últimos de Filipinas» en Baler-; Guam (territorio no incorporado de EE.UU); Islas Fiyi; Tahití; Isla de Pascua y Valparaíso (Chile); Balboa (Panamá) o la base de la US Navy en Norfolk (EE.UU.), antes de cruzar el Atlántico. «La diplomacia de defensa se ejerce con la mera presencia del buque en determinadas aguas o puertos, y se refuerza con invitaciones a bordo a personalidades de los países visitados, que son recibidas por nuestros embajadores; también efectuamos visitas de los comandantes, yo en este caso, a las autoridades locales. En este despliegue por ejemplo hemos recibido a bordo a ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores de dos países, un primer ministro y un presidente de otro, etc.», aclara el capitán de fragata González del Tánago. «El poder mostrar las bondades de un buque, íntegramente diseñado y construido en España, nos permite poner en su justo valor las capacidades de nuestra industria naval y de defensa. Puedo decir, sin vanidad pero con orgullo, que disponemos de las mejores fragatas del mundo en su clase, y que son un producto nacional», apostilla este marino al que conocimos en una rueda de prensa en los hangares del portaaviones Abraham Lincoln, que fondeó unos días frente a Palma de Mallorca. «De los siete meses de misión hago un balance positivo, tanto por haber cumplido con éxito los cometidos asignados, como por el rendimiento del buque, que ha demostrado una vez más su versatilidad y fiabilidad. Y muy especialmente por el comportamiento y profesionalidad de las 250 personas que han estado embarcadas a lo largo de estos siete meses y medio», responde al ser preguntado por una valoración sobre esta extraña misión que tuvo dos partes. ¿Y la relación con la marina estadounidense? «Trabajar con los marinos de la US Navy, con los que establecimos una magnífica relación en lo personal y en lo profesional, nos permitió incrementar nuestra interoperabilidad con un aliado clave para España». Uno de los momentos cumbres de la vuelta al mundo fue el homenaje, en alta mar y en tierra firme, a los héroes de Baler, más conocidos como «los Últimos de Filipinas»: «Allí me impresionó el respeto y el reconocimiento de su población hacia nuestros héroes».

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