sábado, 30 de noviembre de 2019

Vox da por hecho que entrará en los parlamentos de Galicia y Cataluña

El partido que preside Santiago Abascal se prepara para afrontar una nueva etapa política, después del éxito electoral de las pasadas elecciones generales, que le auparon a la tercera fuerza política con 52 diputados. Su próximo objetivo es entrar en los parlamentos regionales de Cataluña yGalicia, que dan por descontado, e iniciar un proceso de reorganización interna para gestionar un partido con mayor representación, que necesitará más dedicación de sus dirigentes. El asalto a Cataluña y Galicia, junto con el País Vasco, centrará su estrategia política y «un mayor esfuerzo» por parte de la dirección nacional, según las fuentes consultadas por ABC. «El primer objetivo es incidir en las comunidades donde, como consecuencia del acoso y la demonización, hemos tenido una menor penetración. En Galicia, País Vasco y Cataluña hemos sufrido acoso a los candidatos y violencia en las calles. Vamos a hacer un esfuerzo en estas comunidades», señalan. En Cataluña, Vox ha pasado de 148.844 votos en los comicios del 28 de abril y un 3,59% a 243.026 y un 6,30% el 10 de noviembre. En total, 94.182 votos más. Ello se ha traducido en dos diputados, uno más. Además, en Tarragona han alcanzado el 8% de respaldo. Estas cifras le llevan a ser muy optimista sobre la fuerza de su futura representación. Aunque las elecciones se celebraron en 2017 y las próximas serían en 2021, esta formación política no descarta que se adelanten. Feijoó, dique de contención En Galicia, donde el presidente popular Alberto Núñez Feijoó siempre resalta que su gestión es un dique de contención para frenar a Vox, esta formación política ha crecido en votos y porcentaje. Así, el 28 de abril consiguió 87.047 votos, un 5,29%, y el 10 de noviembre creció hasta los 114.834, 7,80%, pero aún así no consiguió ningún diputado con sus 27.287 papeletas más. Estos datos le llevan a los dirigentes del partido de Abascal a afirmar que, «con los resultados que hemos conseguido en las generales, tendremos una representación importante en todas las provincias en las elecciones autonómicas». En la Comunidad gallega las próximas elecciones se celebrarán en 2020 y representan una prueba de fuego para el presidente Feijoó, que todavía no ha desvelado si se presentará a la reelección. El País Vasco también se le resiste a Vox. Su posición es muy débil y su crecimiento insignificante. El 28 de abril alcanzaron los 28.230 votos, un 2,21% y el 10 de noviembre 28.659, un 2,43%, 429 votos más. Para conseguir este objetivo, esta formación política tiene que adaptar su estructura al crecimiento espectacular que ha experimentado en solo seis meses. En este periodo ha subido un millón de votos, de 2.688.092 en las generales del 28 de abril a 3.640.063 el 10 de noviembre. Este cambio se sustentó en una estructura interna «en precario» que, en la mayoría de los casos, «era la del principio, cuando no éramos nada. Mucha gente tiene sus trabajos y ayudaba de forma voluntaria y ahora se va a necesitar dedicación completa», aseguran las fuentes consultadas. Murcia, ejemplo de lo que viene Los cuatro procesos electorales que han tenido que afrontar: dos generales y autonómicas, municipales y europeas, «lo hemos hecho con el dinero de los afiliados y poco más. Hemos tenido que vivir a salto de mata, en precario permanentemente, y ahora que parece que puede haber un poco más de tiempo, vamos a dedicarlo a la reorganización para ser capaz de asumir todas las responsabilidades locales y provinciales», afirman. Se trata de que los diputados, parlamentarios regionales y concejales se puedan centrar en su trabajo y vayan cediendo las tareas de partido. «Nos estamos reorganizando, poco a poco». El ejemplo de lo que se quiere hacer internamente ha sido Murcia. La semana pasada se conoció la dimisión del presidente regional y los cinco miembros del Comité Ejecutivo Provincial, tres de los cuales fueron elegidos parlamentarios autonómicos. La justificación fue que querían centrarse en su trabajo parlamentario, y que ya habían presentado su dimisión antes de las elecciones, pero que se les pidió que se mantuvieran hasta que se celebraran. «Murcia no ha sido el primero, ya se han hecho cosas en otros sitios, aunque no ha sido tan sonado y radical. Murcia es un ejemplo de lo que viene», advierten.

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