La camiseta antes que el dinero: Lucas Pérez, el último romántico del fútbol

El fútbol es un deporte de contrastes y el último lo hemos visto sobre la bocina del 2022 que ya se fue. El viernes, uno de los mejores jugadores de la historia, Cristiano Ronaldo , renunció a jugar en la élite en el final de su carrera para firmar por un equipo árabe que le ha convencido con 200 millones de euros por los próximos dos años y medio. Un día después, otro futbolista, en este caso Lucas Pérez, renunció a 900.000 mil euros por lo seis meses que le restaban de contrato en el Cádiz y puso 500.000 de su bolsillo -la mitad del traspaso- para descender dos categorías y jugar en Primera RFEF con el Deportivo, el club de sus amores. Noticia Relacionada Fútbol estandar No Cristiano Ronaldo, nuevo jugador del Al Nassr AFP El portugués ficha con el que equipo árabe para dos temporadas con un montante de unos 200 millones de euros por campaña En un fútbol cada vez más dominado por el bolsillo que por el corazón, el caso del delantero gallego es una pequeña esperanza para los que todavía creen que los jugadores aman la camiseta y no una billetera. Las doce uvas se las tomaron los deportivistas con la alegre noticia del regreso de Lucas Pérez a Riazor . A sus 34 años, el ariete ha decidido abandonar el fútbol de élite, la Primera división, para devolver al equipo de su ciudad a esa misma categoría que él ha decidido abandonar motu proprio. Ya lo intentó el pasado verano, pero finalmente las negociaciones entre el Cádiz y el Deportivo no llegaron a concretarse. En este mercado invernal sí que se ha podido cerrar una operación impropia de estos tiempos. «Cadistas, llegué hace un año con el objetivo claro de la salvación y lo conseguimos. Quiero agradecer a la afición, al club y a la ciudad el cariño que me habéis mostrado en este tiempo. Me voy a cumplir un sueño. Siempre os desearé todo lo mejor, lo merecéis», escribió Lucas en sus redes sociales pocas horas antes de la llegada de 2023, evidenciando su respeto por el club al que ha pertenecido en los últimos doce meses y el deseo que tenía de volver a vestirse de azul y blanco. El caso de Lucas es especial. Jamás jugó en la cantera del Deportivo, pero su amor hacia él es incondicional. Se crio a caballo entre la cantera del Deportivo Alavés y la del Atlético, y ha jugado en el Rayo, el Karpaty Lviv, el Dinamo de Kiev, el Paok, el Arsenal, el West Ham, el Alavés y el Elche, pero sus mejores recuerdos los conserva de sus dos etapas en La Coruña. La primera de ellas, entre 2014 y 2016; la segunda, en la temporada 2017-2018. Entre medias de ambas experiencias en Riazor , dejó en la caja 20 millones de euros por su venta al Arsenal, y ahora renuncia a la alta competición y se aleja de los focos para sacar a su antiguo club del pozo de la Primera RFEF, al que cayó en el verano de 2020 tras cuarenta años compitiendo entre Primera y Segunda. Lucas suma 96 partidos con la camiseta del Deportivo en los que ha anotado 33 goles, aunque todos ellos sucedieron cuando el equipo gallego competía en la máxima categoría de nuestro fútbol. El reto es ahora bien distinto. El conjunto coruñés descendió al tercer escalón del fútbol español hace dos años y medio y el pasado verano estuvo cerca de ascender a Segunda, pero se ahogó en orilla. En el partido definitivo ante el Albacete, un tanto en la segunda parte de la prórroga, en un Riazor a reventar, dejó al Deportivo por tercera temporada consecutiva en la división de bronce, un calvario que ha motivado ahora el romántico movimiento de Lucas. El delantero, como cualquier aficionado deportivista , lleva sufriendo por su equipo durante los últimos treinta meses. Pese a su edad, el ariete tiene aún mucho fútbol en sus botas, como demostró el viernes pasado ante el Almería anotando el tanto del empate, en el que fue su último encuentro con la camiseta del club gaditano. Desde hoy mismo, su dedicación será bien distinta. El Deportivo, cuarto en el grupo I de Primera RFEF, con 32 puntos -a cuatro del líder, el Córdoba- necesita de sus goles. El amor a los colores ya ha demostrado que lo tiene de sobra.

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