Frío

El día ha amanecido claro, con un azul pálido en el cielo y un frío de los que dan dolor de cabeza. El tiempo en Castilla forja carácter. En la radio han dicho que hace un grado pero que la sensación es de cuatro bajo cero. Aquí no hace frío, aquí dicen que «rasca», las medias tintas no valen en Castilla. Aquí el carácter no se conforma con asistencia psicológica o libros de autoayuda, aquí aprendes a caminar a base de esconder la barbilla en el embozo y cubrirte la cabeza con una boina. Aquí la indumentaria no depende de las tendencias impuestas por Rosalía, aquí o te abrigas o te coges una pulmonía. En Tierra de Campos no hay lugar para las nucas rasuradas de los futbolistas ni para pantalones pesqueros enseñando los tobillos, aquí o llevas botas y pantalones de pana o lo siguiente que visitarás serán las urgencias de un hospital. Un tipo paseando por los caminos de Castilla no está convencido de su futuro porque mira hacia abajo, los ojos sólo los entreabre para que el viento no le ciegue y lleva las manos metidas en los bolsillos porque los guantes están muy bien pero para quien pasea a cubierto. En Castilla ni la vestimenta ni el rictus se ajustan a lo que vemos en las películas y en las ciudades del extrarradio madrileño. Aquí se pasea al raso sólo cuando la cuestión lo exige y cuando no, te guareces en casa como cuando se estilaban glorias y braseros. Un tipo de aquí ni va a la moda ni cumple con lo recomendado por los fisioterapeutas para que no te duela la espalda, en Castilla se anda como se puede porque en invierno hace un frío de espanto. Este tiempo que Dios nos ha dado nos ha hecho entender que hay cosas que no se pueden controlar y que, a veces, toca aguantarse. Aquí nos protegemos del frío y del calor en casa, a refugio, con los nuestros, trabajando pero sabiendo que trabajar cuesta porque además de sembrar en pleno invierno se siega cuando el sol más calienta. Miren ahora su teléfono móvil para saber cómo hará mañana pero, mientras tanto, piensen cómo influyó todo esto en el carácter de sus padres y abuelos y cuántas cosas echamos de menos de ellos, de aquel carácter marcado por el frío del invierno y del calor en verano.

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