lunes, 30 de enero de 2023

Alarma por la oleada de robos millonarios en los olivares del campo de Madrid ante la subida del precio del aceite

Manuel Díaz tiene 49 años y 350 hectáreas de olivar repartidas entre Brea de Tajo y Estremera. Cada día, antes de las 8 de la mañana, ya está recorriendo el campo enfundado en un mono azul de trabajo, al igual que las decenas de empleados que varean los árboles y recogen las aceitunas . Mario Domingo es agricultor en Villarejo de Salvanés desde el año 2004 y, en plena temporada de recolecta, muchos de sus olivos se encuentran vacíos. No porque no hayan dado frutos, sino porque personas externas a su explotación se han colado en sus terrenos. Son los amigos de lo ajeno, ladrones que quieren sacar rédito de la subida de precio del aceite , aunque eso signifique poner en peligro el modo de vida de centenares de agricultores e, incluso, la cosecha de la próxima temporada. Hasta una decena de olivareros han denunciado ante la Guardia Civil los «millonarios» robos a los que se están enfrentando, siempre en la comarca de Las Vegas, en el sureste de la Comunidad de Madrid, epicentro de la producción de aceitunas en la región. La primera vez que entraron en los suelos de Manuel fue el 22 de diciembre. «Los olivos estaban limpios y cuidados, y ese día lo único que había era leña rota. Cuando ves tantas hojas rotas y ramas partidas, es sinónimo de que han vareado a la fuerza», explica este experto labrador. En ese momento saltaron todas las alarmas, que no han cesado desde entonces, porque los robos han ocurrido en varias ocasiones. «Se han llevado entre 20.000 y 25.000 kilogramos «, afirma, y así consta en la denuncia. Ya lleva dos: una por el robo; la otra, por amenazas. El jueves, sorprendió 'in fraganti' a los ladrones que no dudaron en emprenderla contra él. Ni siquiera se escondieron: estaban llevándose los frutos a plena luz del día, creyéndose impunes. Amenazaron con agredirle y romperle las gafas al recriminarles lo que estaban haciendo. «Se negaron a bajar las cajas del coche, decían que eran suyas. Si les coge la Guardia Civil en el momento solo, les pueden imputar un hurto, y quedan libres al instante», critica el agricultor, con una mezcla de resignación, impotencia y desesperación. Noticia Relacionada estandar Si Los sobrecostes y los precios en origen desmienten las acusaciones de Belarra a los supermercados Antonio Ramírez Cerezo Los súper pagaron un 20,5% más a sus proveedores en diciembre y la cesta de la compra se encareció un 15,7%   Desconoce si los ladrones son siempre los mismos o si se trata de una banda que se va organizando para asaltar los terrenos privados cuando creen que no van a ser descubiertos porque los dueños se encuentran en otras de las zonas de explotación. Que en el campo se produzcan robos no es ninguna novedad, y más en plena temporada de recogida, con el fruto ya maduro y listo para llevar al molino en el que –tras varios procesos– se convertirá en aceite, ese bien tan preciado que no para de subir de precio. «Todos los años han robado, pero no a esta escala. A lo mejor, se llevaban 500 kilogramos un día puntual; o 1.000 otro año. ¿Sabes lo que son 20.000 kilos? 20.000 es una locura «, explica con enfado. Un 40% más El precio del kilo puede llegar a alcanzar el euro en las almazaras a las que lo llevan, cuando hace un año rondaba los 58 céntimos. «Son prácticamente 20.000 euros en pérdidas. Yo tengo a cuatro familias contratadas que viven de esto, además de la mía. Se han llevado el sueldo de una de ellas «, dice. Cómo hacer frente a esas pérdidas es otro de sus grandes quebraderos de cabeza: no puede dejar sin comer a ninguno de los suyos. A esto se suma el miedo a llegar y que más de esos árboles, en los que tanto esfuerzo, trabajo y tiempo ha invertido, vuelvan a estar vacíos; y miedo a volver a encontrarse con los rateros. »Estamos llegando a unos niveles que no son normales. ¿Qué hago? ¿Dejo que me den una paliza si se lo recrimino?«, son las preguntas que no paran de rondar la cabeza de Manuel. Los empleados varean los olivares de Mario Domingo, en Villarejo de Salvanés, y recogen las aceitunas en plena temporada Guillermo Navarro Los ladrones –ya sean una banda o grupos que actúan de manera independiente– dejan los estragos de sus hurtos en los pueblos de Estremera, Brea de Tajo, Valdaracete, Villarejo de Salvanés, Fuentidueña de Tajo y Villamanrique de Tajo. En total, estas localidades acumulan 6.000 hectáreas de olivares, «la zona estelar de la producción en la Comunidad de Madrid», dice Rafael Fructuoso, vicepresidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores de Madrid (Asaja). Ellos tienen constancia de la existencia de una decena de denuncias de agricultores afectados. «Muchos no lo comunican porque pierden toda la mañana en presentar la denuncia. En función de cuántos kilos roben, vale más la mañana de recogida de aceitunas que lo que puedes conseguir poniendo la denuncia», afirma el representante de los labradores de la región. Además de los robos que se están sucediendo –y multiplicando–, Rafael habla de las consecuencias. «La campaña de recogida, dependiendo de las condiciones, puede alargarse hasta mayo. Esto perjudica de cara al futuro. Los ladrones, tal y como se aprecia en los olivos que han apaleado, van a machete, como se suele decir. Cogen lo que hay sin mirar el fruto que pueden dar el año que viene. Te arruinan la vida «, cuenta el vicepresidente de Asaja. 6.000 Hectáreas Son las hectáreas de olivares que hay en la comarca de Las Vegas, principal zona de producción. Los robos se dan en Estremera, Brea de Tajo, Valdaracete, Villarejo de Salvanés, Fuentidueña de Tajo y Villamanrique de Tajo. Uno de los grandes problemas que puede surgir con estos robos es la creación de una suerte de mercado negro de venta de aceitunas, que siempre tienen que tener una trazabilidad. En los robos, obviamente, ese rastro no existe. Todos los agricultores están obligados a completar un libro de campo , un documento en el que especifican todas las labores que llevan a cabo en el olivar, en qué parcela recogen las olivas, cuándo las recogen, cuánta cantidad, cuándo la llevan al molino y qué molino es. Es imposible que los delincuentes ejecuten este libro. «Si hubiese más control en los puestos de recogida , sería más fácil detectar a los ladrones y controlar las ventas. Al menos, serviría para espantarlos«, piden los agricultores, que reclaman más presencia de policías locales o agentes de la Guardia Civil para disuadir a los malhechores de sus intenciones. A 30 kilómetros de donde Manuel tiene los olivares, Mario Domingo explota sus campos, ya en el municipio de Villarejo de Salvanés. Antes de que el sol salga, ya transita los terrenos. «Así no se puede vivir», dice tajante, tras haber perdido 10.000 kilogramos de olivas, es decir, 9.000 euros desde finales de diciembre, cuando no solo comenzó la campaña de recogida, sino también la de los robos. «Cada día falta un olivar. ¡Y todavía queda el mes que viene de recogida...! El lunes [por la semana pasada] ya decidimos denunciar al darnos cuenta que del tirón se habían llevado 120 olivos», asegura en su caso: «Es una sensación de impotencia que no se puede explicar, porque hacen lo que les da la gana«. Patrullas ciudadanas Mario ha creado 'patrullas' para recorrer sus campos. Él vigila una zona; su padre, otra; y su mujer, la tercera. La tarde del día 19, sus vecinos dieron con los ladrones y los retuvieron hasta la llegada de la policía local. «Pudimos quitarles las aceitunas y denunciar también esos hechos, pero no han parado. Sean ellos u otros», zanja el agricultor, antes de regresar junto a sus empleados a sus quehaceres de la jornada. Una más, en la que confía que no se produzcan incidentes. 58 Céntimos Es lo que costaba el kilo de aceitunas hace un año; ahora, un euro. El aceite de oliva ha subido un 35,2% según el IPC de diciembre, comparando el dato del último mes de 2022 con el mismo de 2021. Tranquilidad es lo único que pide Félix Expósito, en Valdaracete, y de cuyas tierras se han ido con 15.000 kilos de frutos. El 30 de diciembre presentó la denuncia en el puesto de la Guardia Civil de Villarejo de Salvanés, coincidiendo con el tercer día de hurtos a los que se enfrentaba. «El problema es quién compra esa aceituna . La aceituna no es como el melón, que lo puedes vender en la calle. La aceituna lleva un proceso grande de tratamiento y no la puedes dejar tiempo apilada porque se pudre. La tienen que coger y vender. Lo que hoy roban, por la tarde está en el molino...«, cuestiona de manera indirecta, antes de denunciar también el machaque de los olivos. «Esta gente viene y se lía a palos, deja el olivar machacado y hala... Ya te ha robado la aceituna de este año y la del año que viene. Se llevan los kilos y dejan tirados los que no les da tiempo a coger... ¿Qué pasa? Que lo hacen porque no tienen miedo al castigo», zanja Félix. Él seguirá recorriendo los campos en sus tractores, mientras las dudas le invaden. «Te acuestas y piensas si estarán robando», dice. Son las consecuencias de los actos impunes cometidos por los amigos de lo ajeno que han hecho del oro líquido su propio metal precioso.

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