martes, 24 de enero de 2023

Simmons sorprende a los velocistas en un circuito

En el circuito de Villicum brotan fuegos artificiales y suena música estridente que tapona los oídos en honor de Quinn Simmons, inesperado vencedor de la tercera etapa de la Vuelta a San Juan donde los esprints conforman el ADN de una carrera singular. Hay ruido, sin matices ni descanso, pues se trata de aderezar lo que se pretende sea una fiesta perpetua. Una carrera ciclista que promociona el sentimiento de los argentinos por algo más que no sea el fútbol. La Vuelta San Juan empieza y acaba en su tercera etapa en un circuito de velocidad, el Villicum, donde el español de Talavera de la Reina Álvaro Bautista ha ganado tres veces en el Mundial de superbikes desde que esta pista se inauguró en 2019. Un autódromo preparado para todo evento relacionado con la velocidad de los bólidos a dos o cuatro ruedas, y escenario de un relato ciclista destinado en principio para el remate veloz de los llegadores. Esta película visualizaban los peones del Soudal-Quick Step en asistencia de un ciclista que lidera, pero no gobierna este negocio. Fabio Jakobsen no es de momento el velocista indiscutible que aplaca cualquier furia enemiga. En la primera jornada se desequilibró por el miedo en el último kilómetro mal señalizado, con público en la carretera, y este miércoles cedió al latigazo del americano Simmons entre las curvas y la amplia calzada del circuito sanjuanino. Remco Evenepoel realizó su diario entrenamiento de cinco kilómetros a tope, máxima descarga de watios, el cuerpo al límite al comando del pelotón para mantener el ritmo y ayudar a Jakobsen. Pero en los giros de la pista, el Soudal volvió a perderse. Simmons se soltó la melena con una vitalidad superlativa y dejó con un palmo de narices a los llegadores, quienes encabezados por el local Max Richeze, el irlandés Sam Bennett y el colombiano entonado Fernando Gaviria quedaron al descubierto en un terreno propicio.

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