martes, 17 de enero de 2023

La Policía Municipal descubre obras para pisos y trasteros sin licencia en una enorme nave con uralita en Usera

Sin informe técnico previo; sin declaración responsable u otra comunicación oficial; pero llena de uralita muy deteriorada sobre sus más de 500 metros cuadrados y con altísimo riesgo de que las personas que allí trabajaban, de manera ilegal, contrajeran varios tipos de cáncer. Eso es lo que se ha encontrado la Policía Municipal durante una inspección en una nave enorme y antigua en el distrito de Usera . Un promotor la estaba 'acondicionando' para montar en ella dos pisos minúsculos y medio centenar de trasteros , además de un garaje. El descubrimiento se realizó después de que la Oficina de Atención al Ciudadano (OAC) del barrio recibiera las primeras quejas por ruidos y molestias a causa de estas obras, ya avanzadas, en un local de hace 40 o 50 años de la calle de Mamerto López, 34 , cercana al parque de Pradolongo. Los primeros agentes acudieron allí a inicios de enero. Pero el local estaba cerrado. El 9 de enero, volvieron a acercarse los oficiales de Usera, aprovechando que la puerta estaba abierta y que se veía a trabajadores en el interior. Efectivamente, se encontraron a tres varones, dos peruanos y un colombiano, realizando obras en ese momento en el solado de hormigón de una de las dependencias. Noticia Relacionada estandar No Desmantelan un 'piso-patera' en un local comercial de Usera Carlos Hidalgo Realmente, explican fuentes policiales a ABC, se trata de distintos locales interconectados: una primera nave, la de medio millar de metros cuadrados, que el 'promotor', un brasileño de la empresa Helios, había unido a otro pequeño local adyacente realizando un butrón. Toda la zona de la entrada estaba llena de material de construcción, con la intención, según los investigadores, de «ocultar lo que estaba ocurriendo». La escalera que comunicaba con las habitaciones del sótano abc Eran las 13.30 horas cuando los policías municipales iniciaron su intervención. En el lado derecho habían hecho un agujero a otro local, de unos 30 metros cuadrados , con baño y parte del solado. Es donde iba a estar la primera vivienda. La puerta de acceso a la calle estaba picada y desescombrada desde dentro, para abrir al final para que no les pillen. A la derecha de la nave principal es donde se encuentra el primero de los accesos a otro local más pequeño, de unos 30 metros cuadrados. Allí, indica el atestado levantado, «se accede a otro de las mismas dimensiones», ambos con el «suelo de hormigón y con el baño ya compartimentado». Además, cada uno tenía su propia puerta a la calle ya picada pero aún sin tirar, presuntamente, para hacerlo al final, con la intención de que no se descubriese la obra ilegal hasta ese momento. Esas dos dependencias, minúsculas, estaban destinadas a acoger las dos viviendas ilegales. A través de una escalera, se bajaba a una habitación, sin ventilación natural ni forzada (es decir, sin ninguna ventana). Licencia sin valor de un chino Por allí es donde andaban los tres falsos obreros, que estaban en ese momento solando el hormigón de los locales que se iba a reconvertir en viviendas ilegales. Cuando les preguntaron por las correspondientes licencias necesarias, presentaron a los intervinientes una declaración responsable. Pero había una sorpresa más: el expediente era de 2015 , correspondiente a un ciudadano chino y para unas obras de acondicionamiento puntuales para instalar protectores contra incendios. «Evidentemente, aquello no tenía nada que ver con las reformas que se estaban haciendo», matizan fuentes del caso. Pero el asunto va más allá: porque cuando les preguntaron a los obreros cómo habían conseguido ese trabajo, manifestaron que el brasileño había contactado con ellos «en unas canchas deportivas que hay junto al hospital 12 de Octubre», donde suelen reunirse para beber. Tal cual. Por supuesto, no había contrato firmado, porque no se lo podían hacer a estas personas, de las que se aprovechó por su situación de desamparo y vulnerabilidad. Precisaron que el acuerdo «era verbal» y que consistía en pagarles «hasta 70 euros al día , por trabajar desde las 9 de la mañana a las seis de la tarde«. La inspección continuó. Llegó el momento de la nave principal, en la que los agentes, de paisano, encontraron un gran andamio que se alzaba hasta el techo, hasta 12 metros de altura. Tenía una estructura de aluminio con partes de escayola, correspondientes a un falso techo del que poco quedaba ya. Encima, se veía a la perfección una cubierta enorme de uralita. Estaba muy deteriorada, con agujeros y señales del paso del tiempo y de las inclemencias del clima. El acceso a la construcción ilegal abc Se reseña en el informe policial que la uralita tiene asbesto, que está conformado por un grupo de minerales fibrosos compuestos por silicatos. «Debe ser manipulado y retirado de manera correcta por una empresa especializada y desplazados los residuos de amianto, puesto que la exposición a él es responsable de fibrosis pulmonar, fibrosis en las placas pleurales, cáncer de pulmón y mesotelioma maligno peritoneal (una entidad infrecuente con una gran mortalidad, relacionada con la exposición crónica al asbesto; suele presentarse en forma de cuadro clínico de distensión abdominal, ascitis, dolor y pérdida de peso». También está relacionado con el cáncer de laringe y de ovarios). De hecho, en 1977 y tras varios estudios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó el amianto como producto cancerígeno. En 1979, el Parlamento Europeo dictaminó su eliminación paulatina en todo el territorio de la CE, precisan fuentes policiales. Furgoneta sin ITV ni seguro Dentro de la nave, los agentes hallaron una furgoneta Ford Traffic que estaba aún a nombre de su anterior propietario, pero la manejaba el brasileño que 'contrató' a los empleados. En su interior, tenía muchos escombros, sin seguro ni ITV. Uno de los andamios abc Ante tal panorama, los funcionarios del Cuerpo local quisieron ponerse en contacto con el susodicho empresario. Uno de los obreros le telefoneó y el interpelado les contestó que iría en un rato a hablar con los oficiales. Pasaron las tres y media de la tarde, y el tipo no contestaba ya las llamadas. Así, se trasladaron diligencias a la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras, de la Policía Nacional (por los presuntos delitos derivados de la legislación sobre Extranjería) y también a la Unidad de Policía Judicial de los municipales, para que impute al sospechoso brasileño. Al día siguiente, los actuantes regresaron a la obra y vio a los inmigrantes, pero les dijeron que ya no trabajaban para él, que les había despedido. Al no hallarse los preceptivos informes técnicos previos y favorables ni una licencia de declaración responsable, la obra quedó clausurada. El resto de irregularidades son las lamentables condiciones de trabajo de los dos peruanos y el colombiano, que manejaban un martillo percutor y carecían de arneses, casos y botas especiales. Estaban trabajando en zapatillas deportivas.

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