domingo, 7 de agosto de 2022

El Marqués de Salamanca: los claroscuros de un madrileño de Málaga

A Málaga la llaman «Madrid-puerto» los propios habitantes. Hay un adagio que asegura que «un malagueño vale su peso en oro» en Madrid. Un dicho que es cierto, y que también funciona a la contraria. Por eso, poca gente conoce que el marqués de Salamanca nació en una de las calles más céntricas de la capital andaluza, en la calle del Correo Viejo. Una calle estrecha que pese a estar cercana a la Catedral y al recorrido turístico oficial, pasa desapercibida para propios y foráneos. «Una paradoja», según Ignacio Alcalá (fotógrafo y escritor, memorialista de las muchas anécdotas que rodean a nuestro personaje. Y es que, como comenta el historiador Víctor Heredia, «en la Málaga del XIX nacieron varios genios: Picasso en la pintura, Cánovas en la política y Salamanca en las finanzas». José de Salamanca , pues, vio la primera luz del mundo en 1811 en esa calle donde las multitudes se canalizan y donde hace unos años, cuando Málaga aún no aspiraba a ser la segunda capital de una España sin brotes nacionalistas, era el urinario oficioso de la marcha costasoleña. «Picasso en la pintura, Cánovas en la política y Salamanca en las finanzas». El Marqués de Salamanca, nacido a unos metros de la calle Larios, una de las más caras del país, venía predestinado para «el pelotazo urbanístico» que dice el profesor Cristóbal Villalobos. Pero lo suyo, citado a modo de anécdota, fue un pelotazo elegante; sin las camisas abiertas ni el abanico de Jesús Gil y sin el docudrama de Julián Muñoz e Isabel Pantoja. Hay que situarse, no obstante, en su época, el siglo XXI, y verlo a la distancia de los años y de la perspectiva que dan los mismo. Cuenta la periodista Ana Pérez Bryan que el Marqués de Salamanca fue «el hombre más rico» en la España de Isabel II. Bryan va más allá y se hace eco de un rumor, bien fundado, que habla de que incluso prestó dinero a la reina para pagar a la soldadesca. Prócer de un tiempo y de un país, dio nombre a la zona más exclusiva de Madrid. Su biografía no es la de un potentado normal, ni mucho menos. Recalca Bryan que su historia puede resumirse en las muerte y la resurrección que padeció. Con apenas 23 años fue dado por fallecido por los médicos, cuando por mediación de otro malagueño en el callejero madrileño, Cea Bermúdez, llegó a ser alcalde de Monóvar, donde Azorín, «ese escritor español que escribía en catalán» según Josep Pla. Cuentan las crónicas que se le administró incluso el viático, y es que cayó víctima de una epidemia que padeció el sur del Levante español. Y, sin embargo, resucitó entre jaculatorias y gritos de «milagro, milagro». En aquella España del esparto. Situación actual de la casa del Marqués NACHO ALCALÁ Pero la biología, afortunada, no sólo estuvo de parte del insigne político. Hay más 'baraka' (buena estrella en árabe). No obstante, estaba emparentado con la poderosa familia Heredia, del que uno de sus descendientes es un exitoso empresario internacional de resultados deportivos. Aunque hay que centrarse, porque José de Salamanca y Mayol supo ver en la inversión ferroviaria una manera de vertebrar España y obtener beneficios. Se relacionaba con los Rothschild y, visionario, tuvo la fortuna de entrever el sino de los tiempos. En el año 1836 ya se le ve por Madrid, acontece el Motín de La Granja, y asciende a diputado por su provincia natal. Antes, intercedió, como liberal, para salvar del cadalso a Mariana Pineda. También años antes asistió, aguantando las lágrimas, al fusilamiento de Torrijos, inmortalizado por el famoso cuadro de Antonio Gisbert y por el poema de Espronceda: «Helos allí, junto a la mar bravía...». Su influencia en el Gobierno y exilios. Éxitos y fracasos bancarios, y su importancia en la construcción del ferrocarril de Aranjuez, que ya se ha dicho que el Marqués de Salamanca vio en el tren un arma cargada de futuro. Para él y para el país. De hecho, en Portugal influyó decisivamente en el establecimiento del ferrocarril. «Intercedió, como liberal, en las causas de su tiempo» José de Salamanca y Mayol , pues, es el prototipo del emprendedor que entiende el progreso como un binomio entre la faltriquera y la sociedad. Su estatua en la plaza que lleva su nombre, ejemplifica la importancia no muy conocida de ser, además, una de las venas que irrigó ese plan Castro que introdujo el Urbanismo en Madrid como una cuestión social.

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