
La noche del 28 de junio de 2019, Madrid volteó la vista hacia Toledo. El cielo se tiñó de rojo y naranja, color de un infierno que tardaría cuatro días en controlarse, once en extinguirse y quince en darse por cerrado. Horas antes de que penetrase en el suroeste de la Comunidad de Madrid, un incendio se desató en la localidad toledana de Almorox y las llamas avanzaron imparables por las lindes de la región. No se pudo proteger el terreno fronterizo, no se pudo actuar hasta que el fuego ya estaba en suelo madrileño, y el resultado fue devastador: familias desalojadas en las localidades de Cenicientos, Cadalso de los Vidrios y Las Rozas de Puerto Real; un viento que...
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