miércoles, 6 de noviembre de 2019

Soterramiento

Hubo un tiempo convulso, pero memorable en Madrid, en el que casi hubo atasco de grúas, porque gobernaba Gallardón y se empeñó en hacer las obras completas, el tío. Las obras completas de Gallardón incluyeron un tramo largo de soterramiento de la M-30 y dejaron para la historia de aciertos de Madrid el proyecto Madrid Río, entre otras cosas. Ahora arriesga usted, alcalde, que pretende un soterramiento de la M-30 en la zona norte, ahí por la punta contraria a la que Gallardón puso lucimiento. Eso, y darle la misma salida a la A-5, que ahora es un embudo de mucha solvencia, según pueden avalar los que van y vienen al centro, por esa vía, a diario. De modo que Gallardón hizo las obras completas, pero no tanto. Ambas cosas, lo de la zona norte y lo de la A-5, parece que se auparán, con proyecto, para el curso del año próximo, y yo creo que hay que aplaudirle a usted los dos afanes, que son el mismo: la mejora del monstruo de la ciudad, que es el desvelo primero y último de cualquier Consistorio. El soterramiento, como opción, es una apuesta de rigor, y no lo digo sólo para el caudal de vehículos, sino también para el peatón desasistido, que ya vamos siendo todos, o casi todos, en esta santa ciudad de patinetes de fantasía, taxistas indignados, overbooking de aparcamiento y autobuses que no llegan. Quien cita al peatón cita también al vecino, porque la M-30 es un prodigio de manantial de ruido, y el soterramiento es un remedio a un mal de mucha queja, pero poca atención: el ruido, sí, el ruido. A menudo hay mucho debate abierto a propósito de la contaminación ambiental, pero el ruido tiene siempre en marcha su propia contaminación, aunque se le hace poco caso, o ninguno. De modo, alcalde, que está muy bien este proyecto suyo del soterramiento. Como Gallardón, pero desde otra costado. Fetén, que dicen aún en Chamberí.

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