Aunque su vida desde fuera pueda parecer de lo más idílica, lo cierto es que Demi Moore (56 años) no ha tenido las cosas fáciles en el pasado. En sus memorias, «Inside Out», que se publicaron recientemente en Estados Unidos, la actriz cuenta su verdadera historia, una vida marcada por las drogas, los abusos sexuales y el alcoholismo. El escrito, que dedica a sus tres hijas y a su madre, ha causado un gran revuelo por la crudeza con la que trata algunos temas como una violación a los 15 años o sus graves problemas con la bebida. Pero ahora son sus hijas, Rumer, Tallulah y Scout Willis, fruto de su matrimonio con el actor Bruce Willis, quienes se han pronunciado acerca del infierno que vivieron durante el tiempo en que su madre estuvo enganchada al alcohol. «Era como si se pusiese el sol, como si llegara un monstruo [...] Recuerdo cómo la ansiedad me recorría todo el cuerpo cuando notaba que sus ojos estaban un poco más cerrados o por la manera en la que hablaba», confesaba Tallullah en el programa «Red Table Talk». Moore cuenta en el libro que fue adicta al alcohol y a la cocaína y que acudió a rehabilitación en la década de los 80, pero que sufrió una recaída tras sufrir un aborto involuntario durante su relación con Ashton Kutcher y su posterior ruptura. «Fue estremecedor», comenta Rumer, «Recuerdo que me cabreaba, la trataba como a una niña y le hablaba como a una niña. No era la madre con la que habíamos crecido», rememora, haciendo hincapié en el gran cambio que supuso para ellas ver así a su progenitora. «Era muy extraño, y había momentos en los que sentía mucha irritación», sentencia.
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