Aunque el tenis conserve casi intacto su carácter desde su invención, la Copa Davis, sin duda, entró ayer en el siglo XXI. La Caja Mágica acogió la puesta de largo de este nuevo formato con la rúbrica de Gerard Piqué en la espectacularidad de su estreno. Guiños al pasado, con imágenes de la Davis de 1900 y de sus primeros campeones, para no olvidar de dónde se viene ni a qué torneo se juega. Pero también muy expresiva la ruptura con el pasado: «New era, same soul», remarcaban los neones. Luces, sonido, imágenes proyectadas en la grada y en la pista, música en directo, con espectáculo de danza y violines bajando de cada uno de los vomitorios para acompañar a los aficionados que iban, poco a poco, calentando la pista. El momento álgido, el desfile de los equipos, con aplausos redoblados para España y también pequeños pero ruidosos reductos de los grupos de aficionados que mantienen la cultura de viajar en grupo para animar a los suyos allá donde jueguen: Bélgica, Japón o Croacia están bien representadas en las gradas. Con sol en Madrid, nada que ver con la desapacible jornada de puertas abiertas del domingo, la Caja Mágica vivió más movimiento por sus calles comerciales. Los aficionados, vestidos para la ocasión con los colores de sus amores, armados de instrumentos y gargantas preparadas para una semana de jolgorio tenístico, multiplicaron los esfuerzos para animar unas pistas algo frías a principio de la tarde, pero que cogieron color conforme los partidos se encendían. Para hoy se espera lleno, en el estreno de España en esta nueva era de la Davis ante Rusia. «La pista está muy bien» El equipo que capitanea Sergi Bruguera ya lleva unos cuantos días de trabajo y de adaptación a una superficie rápida y en un torneo bajo techo. Condiciones muy diferentes a las que España ha disfrutado siempre que le tocaba como local en las eliminatorias de Davis. Aquí, por mucho que ejerza de anfitriona, no tiene más poder de decisión. «Está claro que no es la que más nos favorece. No sé cuándo fue la última vez que España perdió una eliminatoria si se jugaba en tierra batida, que es siempre nuestra mejor opción. Los rivales elegían esta rápida el cien por cien de los casos que jugaban contra nosotros. Es la peor para nosotros, sufrimos más», aceptó Bruguera, consciente de las dificultades, pero también del valor de sus jugadores. «La altura de Madrid se nota menos cuando es bajo techo, y eso ayuda también. Lo comprobamos con Rober (Bautista), cuando se entrenó un par de horas y me dijo que no había notado mucho la altitud. Se adaptó bastante rápido. Y la pista está muy bien. Se hace quizá más rápida con la altura, pero han hecho una superficie correcta para jugar; no excesivamente rápida», puntualizó. Hoy toca calibrar ilusiones contra Rusia, a partir de las 18.00 horas. «Los dos son durísimos. Pero la baja de Marin Cilic -por lesión- creo que la van a notar mucho. Más que Rusia la ausencia de Daniil Medvedev, aunque sea 4 del mundo y esté en una forma increíble en este fin de curso. Tienen a Khachanov y a Rublev, dos jugadores espectaculares», alabó Bruguera. En este más rápido e imprevisible formato, los contrincantes se forman solos: los número 2 de cada equipo por ranking (Bautista y Rublev), después los números 1 (Nadal y Khachanov) y para decidir el pase, si es necesario, los dobles. «No hay mucho margen de cambio, pero el doble cobra más importancia». De ahí que en los entrenamientos todos hayan probado en dupla. «De motivación no tengo problemas, están con mucha ilusión».
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