domingo, 3 de noviembre de 2019

El monocultivo y la desertización

La agricultura intensiva limpia los campos de todo tipo de vegetación, dejando solo el cultivo. En la práctica, eso lleva a situaciones límite donde se reduce la biodiversidad y se crean desiertos de facto donde solo cabe la planta a cultivar. Si se añaden los herbicidas y los plaguicidas, que matan cualquier insecto dentro de la cadena trófica, es fácil comprender que el monocultivo está condenando al campo a la desertización. Frente al monocultivo, el policultivo; y frente a los pesticidas, un control biológico natural. Esta es la filosofía del Grupo Operativo Olivares de Miel, que realizará el proyecto AROLIVO, consistente en crear policultivos plantando setos de distintas aromáticas entre las hileras de olivos, para la mejora del suelo y aprovechamiento melífero y de aceites esenciales. Esta actuación supone crear una diversidad vegetal donde antes había un suelo desnudo. Supone también crear una reserva de alimento para polinizadores como las abejas, extendiendo su hábitat y promoviendo la apicultura. Como beneficio ecosistémico, polinizarán no solo las aromáticas sino todas las flores silvestres en un radio de cuatro kilómetros. La presencia de abejas es una clara señal de que el entorno está sano y es sostenible. Con la polinización aseguran el desarrollo bioquímico natural de toda la zona en contraposición al desierto que crean los pesticidas; y la fauna, en general, se beneficia de ello. La presencia de los setos de aromáticas favorecerá la llegada de numerosos insectos, algunos de los cuales pueden actuar como plaguicidas naturales del olivar. De hecho, está siendo objeto de estudio ver si alguno de ellos también actúa como plaguicida de los vectores de la xylella fastidiosa, la enfermedad que amenaza a los olivos. ¿Qué consecuencia para la fauna tiene crear este manto alfombrado de aromáticas? Un olivar de miel es un terreno lleno de refugios donde arbustos leñosos como el cantueso, la salvia, la lavanda, la ajedrea o el romero ejercen de obstáculos de diferente altura configurando un paisaje en mosaico lleno de matices donde las aves esteparias como la perdiz pueden anidar y sus pollos refugiarse. La perdiz roja salvaje tendrá más posibilidades de criar y escapar de depredadores; y en aquellos olivares de riego por goteo tendrá asegurado el abastecimiento de agua y una importante fuente de insectos y semillas, esenciales para la supervivencia de su prole. Tórtolas, zorzales y conejos son otras de las especies que, presumiblemente, serán beneficiadas por este cambio de paisaje. Existen olivares bien cuidados medioambientalmente dentro del programa Olivares Vivos (SEO BirdLife), como los de Castillo de Canena, que ya albergan en su interior varias decenas de especies de pájaros y que son lugares de paso de jabalíes y venados. En ellos se han plantado 15.000 plantas en diferentes fincas oleícolas para desarrollar la biodiversidad, situadas en herrizas, caminos, arroyos y lindes. Este nuevo programa va más allá, actuando en la totalidad de las plantaciones. La fundación Fire, de recuperación de ecosistemas, da gran importancia a la reforestación de arbustos y árboles en los lindes de las parcelas de cultivo. Asimismo, «The Ecologist» ha publicado sobre el olivar de miel en la España vaciada, afirmando que los olivicultores encontrarán una fuente de ingresos adicional con los aceites esenciales y el turismo. Contamos con el ejemplos como el de la Provenza francesa, referencia del turismo de calidad, donde la lavanda con su tono violáceo es todo un icono. Las aromáticas desarrollan una cromaticidad cambiante convirtiendo los olivares en un Valle del Jerte de seis meses de duración. El desarrollo agroturístico vinculado a las aromáticas constituye un aliciente para esa España que pretende resurgir. Un nuevo concepto del olivar, de la fauna y una biodiversidad creciente en un marco de gran belleza, toda una revolución que se avecina en el campo español. Noviembre Lolo de Juan El otoño ha llegado como llega la guapa de la fiesta: radiante, oliendo bien, contoneándose mejor y marcando bien los tacones en el baile. Y si hay un mes que define el otoño ese es noviembre. El ambiente sabe a castañas asadas y abrigos que protegen del frío. Noviembre acorta los días y alarga las noches con una ardiente chimenea que hace de televisión en el campo. En noviembre los perros aligeran costillas y las monterías toman la cuesta abajo. Los zajones me protegen los riñones al subir a mi caballo y el tacto del cuchillo de remate me da seguridad y adrenalina. Los alanos amparan las corvas de Talibán, todos dispuestos a bebernos de un trago lo nos echen por delante. Las siembras comienzan a despuntar y las merinas a parir. Hoy hace frío y me calo el sombrero como los viejos de antaño. Esos que sabían a rancio, Loden y elegancia. A noviembre.

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