miércoles, 20 de noviembre de 2019

El Chicle rehusó acercarse al pozo: «Tenía el rostro de la niña grabado»

Los nueve miembros del jurado popular encargado de juzgar la muerte de Diana Quer presenciaron ayer de la sesión más intensa y larga de lo que va de vista. Cerca de seis horas de declaraciones en las que el tribunal ciudadano descubrió, de boca de sus protagonistas, cómo los agentes cercaron al acusado durante meses hasta que se convirtió en el sospechoso número uno, y cómo el análisis de su móvil y el de la víctima les dio la clave de lo que sucedió aquella madrugada. El primero en responder a las preguntas de las partes fue el capitán de la UCO que lideró la investigación desde enero de 2017 y al que el Chicle le confesó dónde estaba el cuerpo de Diana. El momento álgido de su declaración —que se extendió algo más de dos horas— se puede resumir en una frase que aún resuena en su cabeza. «José Enrique era reticente a acercarse al pozo. Dijo que tenía grabada la cara de la niña como si la estuviera viendo ahora mismo» reveló el experto. Dinamitando la versión ofrecida por el Chicle en sala, el capitán también recordó que Abuín le contó en la misma nave que unos días después de matar a Diana había vuelto al pozo para fondear el cuerpo, lo que coincide con el análisis entomológico del cadáver, que apunta a que el cuerpo no se hundió en un primer momento, sino que estuvo flotando en el agua unos veinte días hasta su completo hundimiento con dos bloques de ladrillos atados por un cable. Pero las revelaciones del capitán fueron más allá. A través de un discurso hilado y cronológico, evidenció cómo el cerco se fue estrechando sobre la figura de Abuín, siempre en el punto de mira de los investigadores. «Lo seguimos investigando pese a que tenía coartada. En ningún momento dejó de ser sospechoso, era un objetivo policial desde el principio» aclaró el guardia civil sobre los pasos dados hasta el momento de una detención apurada por el intento de secuestro de la chica de Boiro. «Una vez configurados los indicios contra Abuín no tenemos duda por la telefonía de que había sido él. Pero había que esperar a enero del 2018 para detenerlo porque teníamos que acabar un informe de telefonía. La intención de arrestarlo estaba hablada con el juez, pero el caso de Tania lo precipitó porque pensamos que terceras personas podían correr peligro» expuso el agente. Los contactos que los investigadores mantuvieron con Abuín desde poco después de la desaparición de Diana y hasta el hallazgo del cuerpo les permitieron conocer rasgos de la personalidad del acusado que ayer subrayaron en sala. Entre ellos, su capacidad para detectar que estaba siendo vigilado pese a que los encargados de estas pesquisas son efectivos especializados y muy difíciles de detectar. «El Chicle llega a detectar que se le monta un dispositivo de vigilancia y control. Es una persona muy avispada porque descubrir un seguimiento de un equipo de la Guardia Civil que solo se dedica a eso es muy complicado. Y por eso contacta con el capitán para saber por qué lo están siguiendo», recordó el testigo. Para despistarlos, además del móvil formateado y de la coartada falsa que le proporcionó su mujer, el Chicle dio a entender a los agentes que «muy tonto tiene que ser alguien para tirar el móvil a la ría, que seguro que no era de la zona» y reconoció que esa noche sí estuvo en las fiestas de A Pobra, a las que dijo que había ido «con un amigo». Además, reseñó el testigo, el Chicle evitó todas las preguntas relacionadas con el caso Diana Quer. Importante a la hora de situar al acusado en el centro de sus pesquisas fue su historial delictivo, en el que no pasó desapercibida la denuncia por violación interpuesta por su cuñada en 2005. Sobre este caso, archivado y reabierto a raíz de la muerte de Diana, el capitán fue claro: «Lo tuvimos presente porque un agresor sexual suele evitar actuar en su entorno, y si es así y lo hace hay que tenerlo muy en cuenta. Se había archivado por el informe de unos psicólogos que creo que eran erróneos» llegó a concluir ganándose una llamada de atención por parte del juez Ángel Pantín. Anclado en su mapa mental A través de una dilatada declaración que el procesado siguió de nuevo con interés e incluso tomando notas, el efectivo de la UCO explicó el trabajo de campo que ocupó al equipo en los últimos meses de investigación, antes de que el intento de secuestro de Boiro. Y sobre estas pesquisas reconoció, sin dudas, que estaban muy cerca del Chicle cuando cometió el traspié y trató de raptar a Tania. «Marcamos unas zonas de trabajo a partir del puente de Taragoña. Empezamos a trabajar con el posicionamiento de su móvil y nos llevó al campo de fútbol de Rianxo y a las fincas y las explanadas de la zona, se llama a los guías caninos por si estaba enterrada en la zona rural que hay. Después se empezó a cribar toda esa zona y también el entorno de la casa del Chicle» admitió. Ya ubicado en la antigua fábrica de Asados, el capitán explicó a los integrantes del jurado, basándose en sus treinta años de experiencia, que Abuín hizo lo esperable a la hora de deshacerse del cuerpo de su víctima: acudir a su zona de confort, donde más a salvo se podía sentir. «Se mueve con mapa mental, va a donde conoce al cometer un acto delictivo, son datos de anclaje. Va a una zona donde está seguro y sabe que conoce con cierta seguridad de que no le va a pasar nada» expresó el testigo ante la impasividad del acusado, que volvió a repetir indumentaria. La declaración de uno de los mandos de la investigación del caso Quer dio paso a la de los cuatro agentes que se encargaron de analizar todos y cada uno de los movimientos de los teléfonos del Chicle y de Diana la madrugada del 22 de agosto de 2016. La explicación del trabajo, a todas luces ingente por los millones de datos que debieron analizar, quedó plasmada ayer en la concienzuda reconstrucción que mostraron al jurado. Una de las conclusiones más determinantes de las más de dos horas de interrogatorio al que fueron sometidos los expertos, que «el geoposicionamiento del teléfono de Diana es incompatible con el lugar donde el Chicle dice haber abordado a la chica». O lo que es lo mismo, que la madrileña no abandonó el paseo principal de camino a su casa para introducirse en el callejón oscuro en el que Abuín sostiene que lo sorprendió robando. El aluvión de datos y comprobaciones que ayer salió a la luz también sirvió para aclarar que el Chicle introdujo a Diana en su vehículo en cuestión de segundos. Se sabe por el poco tiempo que transcurrió desde que la chica respondió a su último whastapp —estaba en plena conversación— y el momento en que su teléfono da cuenta de unas «posiciones erráticas» que se traducen en que «algo lo estaba ocultando o estaba siendo tapado». La extensión de las declaraciones de ayer obligaron al presidente del tribunal a extender las jornadas de juicio un día más, hasta el próximo lunes.

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