Varias películas rodadas por ex alumnos de la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM) compiten esta noche por ganar algún Goya, los premios más cotizados del cine español. Rodrigo Sorogoyen con su 'As bestas' o Alauda Ruiz de Azúa con 'Cinco lobitos' son dos de las nominadas a mejor película, y ambas han nacido de directores que pasaron por las aulas de la ECAM. Una auténtica cantera para el buen cine español. Más de 6.000 cineastas se han formado en esta escuela, a lo largo de sus 25 años de historia. La empleabilidad de sus titulados alcanza el 70 por ciento. Una combinación de teoría y grandes dosis de práctica, salpimentada con profesores y dirección sacadas directamente de la industria del cine, han logrado la proeza de colocar a la ECAM en el ranking de las 15 mejores escuelas internacionales de cine, según la revista Hollywood Reporter. Los largos de Sorogoyen y Ruiz de Azúa, que recibieron apoyo económico de la Comunidad de Madrid, cuentan con 17 y 11 nominaciones, respectivamente. También están nominadas otras que han recibido ayudas regionales: 'Cerdita', de Carlota Pereda (ex alumna de la ECAM); 'Mantícora', de Carlos Vermut, 'Amarradas', de Carmen Córdoba, y 'La primavera siempre vuelve', de Alicia Núñez. Con su intimista 'Cinco lobitos', su primer largometraje, Alauda Ruiz de Azúa ha recogido ya la Biznaga de Oro en 2022 y el Feroz al mejor guión en 2023. Y ahora la lleva hasta los Goya. Recuerda con cariño su paso por la ECAM: «De hecho, he estado allí en dos fases muy distintas, primero cuando me saqué la diplomatura, hace unos 15 años, y luego volví hará unos 5, en el proyecto de 'La Incubadora'». Este es un programa dirigido a productores, directores y guionistas emergentes, que desarrolla cinco largometrajes por edición. «La escuela había cambiado mucho cuando regresé», recuerda la directora, que no obstante recuerda en positivo su primera experiencia: «Si querías hacer cine, allí conocías a mucha gente. De hecho, conservo en mi equipo a gente de la tribu del cine que conocí o con los que coincidimos allí». La Incubadora Sus mejores recuerdos son «de los compañeros, rodar, hacer las prácticas, la dirección de actores… Ahora, con una perspectiva más profesional, veo que entonces se podía haber hecho más: se aprende mucho con la práctica». En su segunda vez en la Escuela, ha «comprobado que había muchas ganas de entender la actualidad; tener un proyecto como 'La Incubadora' ya dice mucho». Hay más de 300 profesionales en activo del cine, la televisión y la publicidad que cada año pasan por la ECAM para transmitir sus conocimientos. «Yo misma he ido varias veces a dar charlas; se han adaptado a los tiempos y hay mucha proactividad», asegura. Cifras de un modelo de éxito 6.000 cineastas se han formado en la Escuela de Cinematografía de la Comunidad de Madrid (ECAM) en sus 25 años de vida. 70% es el porcentaje de empleabilidad que alcanzan sus titulados, gracias a una combinación de teoría, grandes dosis de prácticas y profesores y directiva salida del mundo profesional. Los tiempos también «son distintos: ahora, con un móvil y un programa de edición se pueden hacer muchas cosas; antes estábamos todavía saltando a lo digital». Sobre la cantera en que se ha convertido la ECAM, asegura que «ha salido gente muy interesante y muy diversa de la escuela». Aunque «una de las cosas que aprendes es que no hace falta ir a una escuela de cine para ser director, yo, que venia de Baracaldo y no tenía conexión con el mundo audiovisual, era la única vía que tenía de acceder a este mundo». Una Escuela con magia Arriba, un alumno preparando un decorado. Abajo, izquierda, en el aula en clase de Dirección de actores. Derecha, otra de las alumnas JAIME GARCÍA Que antiguos alumnos de la ECAM consagrados ya como directores lleguen con su obra a la puerta de los Goya «se está convirtiendo ya en algo recurrente», afirma orgulloso el director de la Escuela, Gonzalo Salazar-Simpson. Desde que llegó a este centro, hace ahora diez años, ha centrado sus esfuerzos en «avanzar hacia su incorporación a la industria, y acompañar a los alumnos más allá de lo académico». Por eso, insiste, «todos los profesores son profesionales en activo». Compartir instalaciones La meta en la que trabajan, y en la están progresando, es «que los alumnos se incorporen mucho más pronto a la profesión». Por eso también ponen en marcha proyectos como La Incubadora y otros, con egresados que ya están en la industria. Hay, por ejemplo, «un departamento de talento, para insertar en el sector a los alumnos y que pasen desde la escuela a la vida profesional ». Y funciona el proyecto Openecam, por el que comparten las instalaciones con ex alumnos: «Es una mochila con la que cuentan, con dos platós, salas de sonido, etcétera. Cada año se hacen más de 200 colaboraciones por esta vía», destaca. Por el centro de formación «ha pasado una variedad infinita de gente, muchos con muchísimo talento cinematográfico. Son –concluye Salazar-Simpson– un reflejo de la realidad actual». Difícil será que en esta noche de los Goya, la ECAM no sume algún premiado más entre sus antiguos alumnos. «Esta institución representa una de las principales apuestas de este Gobierno en apoyo a la creación y la industria audiovisual», asegura la consejera de Cultura , Marta Rivera de la Cruz. Tiene claro que «los alumnos, antiguos y actuales, y los profesores, profesionales en activo, son el mayor patrimonio de una escuela reconocida entre las mejores del mundo». Desde el punto de vista de María Olmedilla, alumna de tercero de Dirección , el paso por la ECAM fue «muy positivo y emocionante». «Vienen muchas veces directores o guionistas a contarnos su experiencia», explica. Como los demás, valora especialmente «crear equipo», con gente que ha pasado por allí y que «terminan trabajando juntos en un futuro». María a sus 20 años es optimista: «Mis perspectivas son positivas; en España, con las series, hay bastante trabajo en la industria». MÁS INFORMACIÓN Sorogoyen, en Sol antes de competir por el Oscar Como casi todos en este mundo, apuestan por la gran pantalla, que es «como los creadores han pensado sus películas, con el público fijándose sólo en ella, en una sala oscura, sin estar levantándose o parándola como cuando la ves en casa». La noche de los Goya, lo tiene claro: «La pasaremos juntos los compañeros, quedamos para verlos». Y es que, como remata, «no hay nada como estar con gente que comparte mi pasión».
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