Menudo año

La verdad es que no hay mucho que celebrar en el aniversario del primer año de la constitución del gobierno que en Castilla y León han formado el PP y Vox. No hay mucho que celebrar porque ha sido un año duro, bronco, en el que lo que de positivo se pueda haber realizado ha quedado empañado por la bronca sistemática en la que se ha instalado a esta comunidad, por el intento de Vox de ideologizar absolutamente todo, lo que supone auténtica gasolina política para los partidos de la oposición y una imagen nada positiva para la región. El PP considera que ha dado más estabilidad al Gobierno con el cambio de socio tras las elecciones del pasado año, pero el precio que hasta ahora ha pagado con el nuevo aliado supone haber cedido a que tengan la iniciativa en asuntos que generan controversia y tapan todo el trabajo realizado en otras áreas. Todo ello significa mucho ruido, porque son propuestas siempre marcadas por la polémica, cuando no por verdaderas broncas que hasta el momento eran desconocidas en la comunidad. Lo que si se ha visto es que, como sucede en el Gobierno Central, las coaliciones sirven para que los gobiernos estén divididos, volcados en mirarse de reojo y dar prioridad a lo que les separa sobre lo que les une y eso, hoy y siempre, será un drama para la política. Pero si el Gobierno ha estado muy ocupado en apagar los fuegos internos que se iban sucediendo, en la oposición no se ha aprovechado la oportunidad para hacer una política seria alternativa. Se han empeñado en entrar siempre a los trapos de Vox haciendo seguidismo de los intereses de los partidos a nivel nacional, y eso ha convertido la política regional en un pim, pam pum, que desde luego no nos va a llevar a nada positivo. Hoy los debates políticos en las Cortes regionales se han convertido en una revisión de los asuntos nacionales, en cruces y más cruces de acusaciones, en enfrentamientos de grueso lenguaje. Rara vez trascienden las cosas que realmente interesan en la comunidad porque, además, el ambiente preelectoral que vivimos lleva a los partidos a chocar en prácticamente todo para diferenciarse del adversario. Lo malo es que esto no parece que sea posible que cambie a lo largo de todo este año y aquí nadie sale beneficiado. Y esto no lo entienden los políticos.

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