miércoles, 15 de febrero de 2023

El Barça y los árbitros, una historia que comienza en 2003

La historia del Barça volvió a empezar en 2003, cuando Joan Laporta ganó sus primeras elecciones. Un club tradicionalmente victimista, perdedor, con más orgullo que dignidad, con más agravios que trofeos y que siempre se había quejado del poder en lugar de tenerlo; se encontró con un presidente joven, ambicioso, chulo como él solo, y que tomó la primeriza y esencial decisión de no ser revanchista con su predecesor en el cargo, Juan Gaspart, vicepresidente de LaLiga y gran amigo del entonces presidente de la RFEF, Ángel María Villar. A cambio de que Laporta no 'tirara de la manta', Gaspart le puso en suerte a Villar y fue el principio de una hermosa amistad. El 'antimadridismo' del bilbaíno junto con el poder de seducción de Laporta en las distancias cortas creó una relación personal que tuvo consecuencias deportivas y 'empresariales'. Lejos de esconderse de ello, Laporta presumía de su relación y de sus réditos. Uno de los más notables fue que por primera vez un presidente del Barça tuvo una relación privilegiada con el estamento arbitral, presidido desde 1993 hasta 2018 por Victoriano Sánchez Arminio. No había sobres, no había sueldos, no había empresas interpuestas ni asesoramientos verbales. Todo era más sutil. Lo que se conoció como 'villarato' fue una mezcla de victimismo blanco, por hallarse en aquel momento en un ciclo perdedor, ante el poder casi absoluto del Barça de Messi, Xavi e Iniesta; y de unas relaciones institucionales que Laporta cuidaba con suma habilidad, y con gestos directos e indirectos, pero sin dejar rastro. La admiración del presidente de la UEFA, Michel Platini, por Pep Guardiola propició otra relación igualmente privilegiada, en la que también había gestos, detalles, regalos difíciles de rastrear -como el reloj de altísima gama que Laporta le regaló al francés en uno de sus cumpleaños- pero que desde luego no pasaba por tener a sueldo a nadie que estuviera en ejercicio de sus funciones. Por todo ello puede decirse que Laporta cambió la historia, el destino del Barça, por lo menos mientras duró su primer mandato. Por primera vez, el Barcelona era el que mandaba y el Madrid era el que se quejaba. Hay una confesión de Laporta, poco habitual en él, pero que confirma esta idea de poder, y es que, en una de sus cenas con Sánchez Arminio y los árbitros, le hicieron un paseíllo de honor cuando llegó al restaurante, con las servilletas en la mano, para felicitarle por el último título que el Barça había ganado. Laporta, agradeció el bello gesto, pero me contó que por dentro sintió «como si se me rompiera el álbum de cromos de mi infancia, porque sí, era cierto que se podía influir en la competición, que es lo que yo de niño me negaba a creer para mantener mi ilusión en el fútbol y en las posibilidades de mi equipo». De todos modos, el flirteo entre árbitros y clubes no era nuevo y, en 2010, varios clubes tenían contratados a árbitros en su estructura: el Real Madrid, a Mejía Dávila; el Athletic de Bilbao, a Losantos Omar; el Dépor, a Ángel Barros; el Valladolid a Santamaría Uzqueda; y el Jerez a Barea López. Lógicamente, los árbitros no estaban ya en activo, con independencia de que mientras lo estuvieran los clubes les hubieran podido prometer futuras recompensas. Lo que diferencia el caso de Bartomeu con Enríquez Negreira no es el hecho de fondo sino las formas. La transacción directa. La grosería -y tal vez el delito de corrupción entre particulares- de establecer una relación pagada nada menos que con el que era el vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros. La elevada cuantía (1,4 millones) no guarda tampoco proporción con nada de lo visto hasta la fecha. Fue una constante en el mandato de Bartomeu intentar comprar pagando grandes sumas de dinero lo que no sabía conseguir con empatía, capacidad empresarial o inteligencia. El derroche con Enríquez Negreira tiene que ver con la masa salarial de la plantilla, que entre otros despropósitos económicos, condenaron al club a la quiebra técnica. Como sucedió con la leyenda del 'villarato', el momento en que se ha dado a conocer la noticia de estos pagos tampoco es neutro. La noticia sale de Fiscalía, especialista en filtrar la información al gusto de algunos consumidores. Junto con el dramatismo alrededor de Vinicus, un Madrid a 8 puntos del Barça en la Liga está creando un contexto victimista para distraer un tanto la atención deportiva, a la espera de tiempos mejores.

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